Caldereros. El sábado que viene llegará a Donostia, procedente de la lejana Hungría de Viktor Orbán, como viene haciéndolo casi ininterrumpidamente, desde 1884, la Comparsa de Caldereros. Ellos con el rostro tiznado por el humo, el sudor y el polvo del camino, las zíngaras de cintura cual flexible palmera, labios de coral y ojos que funden el metal. Carros y jinetes ya no por la presión de los animalistas y la falta de criterio de los que mandan. El oso se salva porque su domador es un tipo majo; la reina y sus damas. Les envía el dios Momo para anunciarnos la proximidad del Carnaval, con las composiciones del maestro Sarriegui, al son de las sartenes y el rítmico sonido del yunque que golpea el maestro.
La letra de la canción en castellano que entonaremos esa noche es de Adolfo Comba García, un ingeniero agrónomo nacido en Jerez de la Frontera a mediados del siglo XIX, que recaló en Donostia en 1892, destinado a la Sección Agronómica de Guipúzcoa, donde desarrolló una importante labor y dejó un amplio legado escrito sobre la ganadería, agricultura y sidra guipuzcoanas. De carácter alegre, chirigotero y jovial, se integró rápidamente en la sociedad donostiarra hasta 1902, cuando fue trasladado a la Junta Consultiva Agronómica, en Madrid.
Disgusto
Hace un par de semanas, el Gobierno Vasco confirmó la detección de un foco de tuberculosis bovina (Mycobacterium tuberculosis) en una explotación de Mutriku, el primero este año. También se detectó un foco en Gipuzkoa. La noticia coincide en el tiempo con la declaración oficial de que Navarra, por primera vez, está exenta de esta enfermedad, como nosotros, desde hace muchos años.
Naturalmente, en Mutriku se han adoptado las medidas propias para estos casos de aislamiento, control y sacrificio de las reses positivas y, salvo el disgusto para el ganadero, el asunto no pasa de ser una anécdota en el conjunto de la ganadería guipuzcoana, que goza de unas cotas de sanidad jamás alcanzadas en lo que a enfermedades transmisibles a personas se refiere, lo que no obsta para que siga siendo del todo recomendable el consumo de leche higienizada.
Origen
No obstante, los veterinarios oficiales actuantes deberían preguntarse –no lo hacen porque conocen la respuesta– por el origen de la enfermedad. Cómo ha llegado hasta una explotación saneada de Mutriku la bacteria que descubrió el médico alemán Robert Koch el 24 de marzo de 1882, y que le supuso el Premio Nobel de Fisiología o Medicina.
Y como vectores sospechamos de los corzos (Capreolus capreolus) que en su día introdujimos en Gipuzkoa con fines cinegéticos, ¡feliz ocurrencia!, y que, al parecer, son difíciles de cazar y hábiles en la procreación, y de los jabalíes (Sus scrofa), cuyo descontrol es evidente desde el desgraciado accidente ocurrido en Deba, con los cazadores que colaboraban en el control poblacional del suido salvaje.
Cada dos días tenemos noticias de los destrozos que causan en huertas y pastizales y de las protestas de quienes los padecen, mientras que, los responsables de la situación del palacio de la Plaza de Gipuzkoa miran para otro lado sin aportar soluciones.
En un tiempo, la gestión de la caza estaba encomendada a los ingenieros de montes, con la colaboración de los veterinarios, que modulaban los criterios estrictos de gestión con los sanitarios y de producción ganadera. Esas competencias fueron cayendo en manos de biólogos conservacionistas, desconocedores de silvicultura y patología animal –nos introdujeron de Estados Unidos la tularemia importando liebres– que nos conducen, sibilinamente, hacia el control natural de la población de corzos y jabalíes por sus depredadores específicos, junto con las grandes aves rapaces, que capturan los rayones, es decir, la tolerancia, cuando no fomento, del lobo (Canis lupus), minimizando o justificando las afecciones al ganado de renta, como podemos comprobar en Bizkaia. Celebramos que se haya llegado a un acuerdo con los cazadores guipuzcoanos y confiamos en que “pongan orden” a este caos económico y sanitario del ganado que provocan los jabalíes, además de las infestaciones, que no infecciones, por triquina en los humanos.
Una vez más, el sector primario es el pagano de una política incapaz de combinar producción y conservación.
Hoy domingo
Borrajas. Redondo en salsa. Manzana asada con helado. Tinto Amaren. Agua del Añarbe. Café y petit fours.
Auschwitz
Visité aquel campo y el anejo de Birkenau hace unos años en una excursión por Polonia. Impresionante. Esta semana se celebró por todo lo alto el 80º aniversario de la liberación del campo de concentración más letal de todos los que el nazismo construyó para hacer realidad la “solución final”, es decir, el exterminio de los judíos y otros en Europa.
Allí fueron eliminados más de un millón de personas, la mayoría judíos, pero también gitanos, rusos y de otras nacionalidades, entre ellos, una treintena de republicanos españoles –una mujer española sobrevivió–. La mayoría hispana, más de 6.000, un veterinario oscense superviviente, entre ellos, recalaron en Mauthausen-Gusen (Austria),
En la gran celebración estuvieron los altos representantes de más de 50 países, entre ellos Israel y EEUU, todos “ganando indulgencias con escapulario ajeno”, porque los únicos liberadores y defensores de los que quedaban, hasta enero de 1945, fueron los soviéticos, a cuyos herederos, los rusos, no se les convocó por estar descalificados moralmente para asistir al solemne acto. Vale.
Y aquí entran en juego la importancia del relato y el cinismo de la clase biempensante.
El acto era para condenar la masacre de millones de judíos por los nazis, pero asistieron también los que hoy están reproduciendo similares mecanismos de exterminio en Palestina, con un número sensiblemente inferior de víctimas, cierto, pero idéntico espíritu exterminador. Pero nuestros “valores occidentales” son tan falsos que pueden digerir eso y mucho más.