La paradoja de nuestros tiempos
“Con viento a favor cualquiera es buen piloto”, decían los viejos lobos de mar en los figones del puerto
Primero Volkswagen. Ahora Audi va a despedir a 4.500 trabajadores en sus plantas de Alemania. Un aviso a navegantes. Estos reveses se relacionan con los costes de la energía.
La locomotora económica europea está en crisis. Son consecuencias derivadas de las sanciones impuestas a Rusia en pleno calentón, con tanta ligereza como falta de previsión. Comenzamos a pagar la factura al sátrapa ruso.
Paralelamente, el Gobierno de Olaf Scholz hace aguas. Quiere endeudar más al país para incrementar la ayuda económica a Ucrania en un momento en el que la economía alemana lleva varios trimestres en recesión. Y la ultraderecha avanza, mientras suena Lili Marleen.
“Con viento a favor cualquiera es buen piloto”, decían los viejos lobos de mar en los figones del puerto. Veremos ahora, con las previsiones de los economistas, la capacidad de Úrsula para mantener el timón en plena galerna, sin perder el rumbo, con esa tripulación de marineros de agua dulce.
Y para colmo, Trump va a gozar de poderes absolutos, tanto en el Congreso como el Senado, para hacer y deshacer a su caprichoso antojo y el de sus amigos.
USA
Vaya por delante que, de geopolítica, mis conocimientos son de andar por casa, pero en un piso pequeño. Podría participar en cualquiera de esas tertulias televisivas de expertos sin quedar mal. Si no lo hago es porque todavía no he aprendido a decir una cosa y la contraria, al mismo tiempo, sin inmutarme. Sera cuestión de práctica.
Creo que era Mario Moreno, Cantinflas, quien afirmaba que “el verdadero desafío para la política y para los poderes públicos pasa hoy por saber conectar con inteligencia con esa complejidad creciente de la sociedad, lo que implica que las respuestas deban ser cada vez más flexibles e híbridas. En tiempos en los que las soluciones que se buscan son cada vez más simplistas y facilonas, los diagnósticos y las terapias reales no lo son. Esta es la paradoja de nuestros tiempos”. Perorata vacía, propia de un experto en soltar obviedades con tono magistral… Hay que valer. Puro humo. Suficiente para que, en la madrugada del jueves pasado, se nos presentara la nueva versión del populismo, el Trump 2.0, con querencia hacia la tiranía.
Y eso que contaba con toda la energía positiva europea para que no saliera. Incluido Ortuzar, que estuvo en el mitin de los demócratas, apoyando a Kamala. Igual también era humo.
Hace unos días tuve la fortuna de compartir mesa y mantel con un estudioso del sistema electoral estadounidense y pude contrastar conceptos e ideas. Entre los propios republicanos hay millones que no le han votado. Son los “republicanos de Ronald Reagan”, que añoran su estilo de hacer política y no se sienten representados con el ganador. Me ha recordado otro ejemplo de desapego, mucho más cercano, que invita a reflexionar activamente.
A esos votantes republicanos clásicos, que se quedan en su casa, les sustituyen los latinos con papeles. En el ejemplo más cercano, no.
Hay que comprender el perverso sistema electoral americano. Para comenzar, como ocurre también en Francia y a diferencia de lo habitual en nuestras latitudes, sólo por ser ciudadano no se tiene el derecho al voto. Es necesario registrarse previamente en la oficina electoral para convertirse en votante.
Luego hay que diferenciar el voto popular del electoral. Comprender estos conceptos es esencial para entender cómo se elige al presidente y por qué, en algunas ocasiones, un candidato que obtiene menos votos a nivel nacional puede, aun así, ganar la presidencia.
Voto popular
Es el total de votos que se emiten en las elecciones presidenciales. Representa la voluntad directa de los ciudadanos. Si un candidato ganó el voto popular, significa que obtuvo más votos totales a nivel nacional que su oponente. Sin embargo, el voto popular en EEUU no decide quién será el próximo presidente. Es solo un paso para determinar a quiénes se asignarán los votos en el Colegio Electoral de cada estado.
Trump ganó el voto popular, algo que no había conseguido hasta ahora.
Voto electoral
Es el que realmente determina al presidente de Estados Unidos. Para elegir al presidente se utiliza el Colegio Electoral, un sistema de delegados que representan a cada estado y que se encarga de emitir los votos que realmente deciden la elección.
Cada estado tiene un número específico de votos electorales, la suma de sus senadores, siempre dos por estado y sus representantes en la Cámara de Representantes, en función de su censo. En total, el Colegio Electoral cuenta con 538 votos.
Para ganar la presidencia, un candidato necesita 270 votos electorales como mínimo. Esto significa que, en realidad, el objetivo de un candidato presidencial es ganar el voto popular en la mayor cantidad posible de estados clave.
Azpeitia
El sábado pasado, en el Museo Vasco del Ferrocarril. Brillante lección de ingreso, como Amigo de Número de nuestra Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, del Dr. Juanjo Olaizola Elorduy, impulsor y referente del museo en sus 40 años de vida, salvo el bienio 2011-2013 en que el entonces viceconsejero de Transportes, Ernesto Gasco, lo defenestró para poner a una señora superguay que venía de París. Como los niños. La presentación del recipiendario corrió a cargo de Soko Romano, también defenestrada en su día del Museo Naval donostiarra. Es un tema con el que estoy m uy sensibilizado.
Oportunidad para saludar a José Mari Bastida, que fuera alcalde de Azpeitia. Y, como colofón, viaje hasta Lasao y regreso en un coche –vagones son para mercancías– del antiguo tren del Urola, arrastrado por la locomotora a vapor Aurrera, de 1898. Más humo, pero del bueno, con emisiones de carbono incluidas. No podía haber acabado mejor el acto.
Hoy domingo
Alcachofas con habas y guisantes. Merluza en salsa verde con almejas. Uvas blancas y negras. Tinto crianza 2021 de Viña Zorzal, de Corella. Agua del Añarbe. Café e Inazitos de Egaña de Azpeitia.