Chirac. En una ocasión oí decir a Jacques Chirac (París, 1932-2019) con la jactancia que caracteriza a los parisinos, que las promesas electorales sólo afectan al que se las cree. Y tenía razón. Seguí una patética reunión de un candidato con algunos médicos en Gasteiz, por el ordenador, hasta que consiguieron aburrirme y desconecté. Otro dice que creará varios miles de puestos de trabajo, sin concretar. Le entiendo, no tiene sentido perder el tiempo en cálculos que no servirán para nada. El resto de participantes en los comicios sueltan ocurrencias. Me centraré en el ganador.

El guante

Hace una semana nos referíamos al firme propósito de arreglo de Osakidetza que manifestó el candidato Pradales. Un día después, en una entrevista que le realizaron en una emisora afín, concretaba sus manifestaciones y, en el tono de campaña electoral que todo lo permite, se atrevía a fijar plazos de espera para la cita con el galeno en el centro de salud: máximo 48 horas y, si es muy urgente, el mismo día. ¡Con dos pelotas! Claro que no explicaba el método por el que el médico de Atención Primaria va a ver, que no mirar y mucho menos atender –leer el historial, escuchar, valorar, ayudar a desvestir, explorar, ayudar a vestir, explicar, prescribir si procede, despedir y anotar en el historial–, a medio centenar o 60 pacientes al día. Y eso un profesional cincuentón, porque el conjunto de los médicos de asistencia primaria está bastante envejecido. Y pelín desilusionado.

Tampoco decía quién dictaminaría la urgencia telefónica o presencial, aunque, conociendo el desparpajo de las precarias del mostrador o las temporales telefonistas, las veo capaces de valorar, diagnosticar y prescribir, incluso, antibióticos de exclusivo uso hospitalario. Pero añadía que debemos buscar modelos distintos de autoorganización de la Atención Primaria. Una vía para mejorar la atención. En eso sí que tiene razón el candidato Pradales.

Algunos lectores que escucharon la entrevista me comentaron que había recogido el guante. No existe tal guante porque tampoco ha habido desafío alguno. Y no será porque a algunos nos falten las ganas de mostrarle otra realidad, quizás algo diferente de la que le muestran los de su burbuja. Otra visión, la nuestra, profesionales sanitarios independientes, libres de poder hablar sin temor a represalias, ajenos a milongas y a maquilladas realidades, la versión de unos pensionistas, que no jubilados, y sin ambiciones trepas, ni económicas, pero conocedores de los entresijos de la “gran casa” y sus muñidores, con experiencia en la consulta y contrastado criterio en la gestión. Ah, y algunos, incluso votantes.

Los cupos

Me expliqué mal. No tengo la menor duda de que abandonar el sistema de cupos tiene el inconveniente de que se pierde el médico de referencia y tener “tu” médico es muy importante en la confianza y seguridad de la relación médico-paciente. En la actualidad hay muchos cupos sin médico asignado. Por ejemplo, el mío. Cuando me refería al equipo de Atención Primaria que, por cierto, no es un invento mío, se mantiene la elección del médico por el paciente como un derecho, pero si el galeno está de saliente de guardia, de baja o vacaciones, y no puede esperar, le atiende otro del equipo.

Reajuste

En la entrevista del programa Boulevard se refería a la necesidad de la reordenación interna de Osakidetza. Viene a colación, por su similitud, recordar esos buenos deseos de todo concejal de Seguridad cuando accede al puesto y afirma que sacará a todos los guardias enchufados en la oficina a patrullar la calle. Brindis al sol que suele durar un par de semanas, a lo sumo.

En Osakidetza, un tropel de especialistas en Medicina de Familia están escaqueados en puestos administrativos o de imaginaria gestión. Son los desertores del fonendo, en comisión de servicios, que ejercen de meritorios con nómina y cursan su noviciado para acceder a puestos mejor retribuidos y, sobre todo, más tranquilos que estar en la atención diaria de pacientes, destinados en las direcciones territoriales o en los servicios centrales y, en algunos casos, jubilados, cuya “experiencia en la gestión”, de tan cuestionables resultados como los actuales, “no puede desaprovecharse” y se les reengancha con una nómina que casi duplica la pensión que les correspondería.

Otros médicos de familia, demasiados, trabajan en las puertas de las urgencias hospitalarias haciendo triajes, funciones que, tradicionalmente, las realizaban los internistas hospitalarios y los residentes o en la Dirección de Integración, un puesto intermedio para medrar hacia la gestión pura y dura, sin cambiar ni un ápice lo que sus señorías especialistas hospitalarios quieren: un mínimo número de pacientes al día, generando listas de espera inaceptables (un año en traumatología para primera consulta).

Puestos a reordenar, puede enviar a los jubilados a descansar a San Juan (Alicante) y a los pretendidos gestores y especialistas del triaje y la integración a sus plazas de origen, a pisar el albero. Si todos los médicos especialistas en Medicina de Familia que hoy prestan sus servicios en Osakidetza trabajasen atendiendo a los pacientes en los centros de salud y todos lo no exentos hicieran guardias en los PACs, es seguro que no estaríamos hablando tanto de la falta de médicos.

No podemos ocultar a nadie que los próximos cinco años van a ser muy duros, a tenor de la pirámide de edad de los médicos y las perspectivas de jubilaciones, y que, amén de estas reasignaciones de médicos, es preciso incrementar el control de la productividad en toda la red, lo que no será del agrado de los empleados en general y de los médicos en particular.

Y todo para que dentro de 25 años sobren médicos. Claro que eso será un problema para los que estén. Que se las apañen con la inteligencia artificial.

Hoy domingo

Caldo con garbanzos. Anchoas fritas. Fruta. Viña Real crianza. Agua del Añarbe. Café y petit fours de Beatriz de Iruña.