Manolo oñatibia. Gran veterinario. Txistulari, dantzari, txistulari y escritor. Soñador, liante e innovador tecnológico de las explotaciones agrarias. Nació en Oiartzun en 1916 y falleció en Donostia en 1997, después de desarrollar gran parte de su carrera profesional en Zarautz.

Zabalegui En el verano de 1959, en su objetivo quimérico de mejorar la rentabilidad del caserío, con el apoyo de quien fuera director de la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, D. Carlos Lamfús, compró a las hermanas Aristegui Ulloa la finca Zabalegui del barrio donostiarra de Lugaritz para fundar, junto a Juan María Galarraga y José Maria Aranzadi, la Escuela Rural Zabalegui.

Luego promovió una sociedad en la que se integraron el veterinario de Azpeitia Enrique Zurutuza; el biólogo y escritor zumartarra José María Lauran Busca; los ingenieros Jesús Azcarate, vecino de Urnieta, y Javier Goena, vecino de Irun; el florista de Aiete José Salaverría; José Mª Aranzadi, comerciante de Hondarribia; José Manuel Perurena, agricultor de Peralta, y el párroco de Añorga y condiscípulo en Roma de Angello Roncalli –que llegaría a ser Juan XXIII y organizador de su visita a Gipuzkoa cuando era patriarca (cardenal) de Venecia en julio de 1958–, Juan Mª Galarraga Uzcudun, primo del boxeador. Denominaron a la finca Zabalegi Enseñanzas Rurales, S.A., para enseñar a los jóvenes procedentes del caserío las últimas técnicas en producción agrícola y ganadera. Al frente del centro docente, como director, nombraron al agricultor peraltés.

La experiencia no resultó viable, algo habitual en la mayoría de los proyectos que promovía Manolo, pero, habida cuenta de su rentabilidad social, la Caja de Ahorros Municipal asumió directamente su gestión en agosto de 1961, manteniendo a los entusiastas fundadores, en la Junta del Patronato hasta el año 1986, en que se regularizó el aspecto jurídico y se incluyó a algunos consejeros de la entidad, entre ellos al carpintero urnietarra, afincado en Donostia, Mikel Eizaguirre, y como secretario, al técnico de la propia Caja, Peio Ibaibarriaga. Personas prácticas, con sentido de empresa y, sobre todo, lo más importante, con los pies en el suelo.

El 19 de enero de 1990 se declaró disuelta la Sociedad Zabalegi Enseñanzas Rurales, S.A. y la finca se inscribió a nombre de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de San Sebastián.

Otros veterinarios de la época, como el citado Zurutuza o Ignacio Marculeta, formarían parte del “claustro” que impartía docencia, gratis et amore en Zabalegui que, en la última fase, dirigía San Jaime Zubia Garoa. En 1991, tras la fusión de las dos cajas de ahorro guipuzcoanas, adoptó la forma jurídica de fundación, pasando a denominarse Arteaga-Zabalegui. 

En la actualidad, bajo la denominación de Parque Kutxa Ekogunea, alberga el programa Pausoak de la Fundación Goyeneche de San Sebastián, donde personas con alguna discapacidad desarrollan actividades ocupacionales del mundo rural, como el cultivo de la huerta, preparación de mermeladas o, lo que hace mi amigo Iñaki, virtuoso tamborrero de Kañoietan, avicultura campera y manejo del gallinero. Su futuro podría peligrar si nos atenemos a una iniciativa foral.

La finca El proyecto que propugna el diputado foral de Equilibrio Territorial Verde –lo que antes se denominaba Agricultura y luego, Medio Rural—, contempla la ubicación de un centro de referencia para el sector primario guipuzcoano llamado OB Gunea–. Advierte, y no me extraña, que no podrá albergar a todo el entramado de centros de investigación, cooperativas de gestión, empresas, sociedades públicas, clúster, fundaciones, institutos, laboratorios, asociaciones de productores y otras entidades varias, dependientes del presupuesto público. La Finca, en el argot, tiene por finalidad agrupar, coordinar, dinamizar, fomentar, implementar y, lo más importante, colocar afines y servir de cantera para nombramientos y cuartel de invierno para los cesados.

Sospecho que se trata de un chiringuito más, que se suma a los ya existentes, en un sector harto de ocurrencias, ecologías de salón y burocracias, necesitado de soluciones serias y urgentes, para que no termine desapareciendo. La iniciativa guarda un peligroso parecido con la cesión de Onkologikoa a Osakidetza.

Leche de yegua Sin abandonar el medio rural –reciente todavía mi asistencia como miembro del jurado en los concursos de la Feria de Santa Lucía en Zumarraga–, me topo con una campaña sobre las ventajas de la leche de yegua, habitual en el norte de Asia, que cala en ese colectivo de modernos con poder adquisitivo, ávidos de nuevas sensaciones, ecológicas por supuesto. 

Al igual que la de burra, por su similitud con la de mujer, ha servido como sustitutiva de ésta. Se comercializaba con normalidad en Donostia en la primera mitad del pasado siglo y se continúa utilizándola, liofilizada, en algunos alimentos infantiles.

Pronto comenzarán las empresas de alimentación a agitar a las nutricionistas pizpiretas para darnos la barrila sobre sus excelencias por el alto contenido de ácido linoleico, imprescindible para el sistema inmune, la depuración de las toxinas del organismo y el aumento de la vitalidad para que los abuelos jueguen con sus nietos en el parque, aunque no exista ninguna evidencia científica al respecto. Se vende en farmacias y ya está.

Joxe Mari Zeberio Acabamos como hemos comenzado, con una buena persona. Gasteiztarra de Ataun, criado en Andoain, economista, con toda una vida dedicada al sector primario. Defensor, entre otras difíciles causas, de la agricultura familiar y líder del Foro Rural Mundial. Recientemente fue galardonado con el Baserritarron Laguna por el sindicato agrario ENBA. Merecido.

Hoy domingo Alcachofas. Confit de pato, escarola y pimientos del piquillo. Naranja. Café y petit fours. Vino tinto crianza Baigorri. Agua del Añarbe, gran reserva.