ace algunos años, previo a unas elecciones municipales, un partido que aspiraba a la alcaldía donostiarra instaló una oficina electoral para que la ciudadanía pudiera informarse sobre su programa y aportar sugerencias a modo de post-it que se adhería a un "árbol de pertinencia" que ayudaría a los candidatos a identificar los problemas, analizarlos y jerarquizarlos para luego darles la solución más oportuna, de entre las posibles alternativas. Una técnica organizativa moderna, muy visual. Uno piensa que toda esa información ya deberían conocerla para la elaboración del programa, pero quizás pretendieran dar imagen de participación y cercanía al potencial votante. El caso es que una mañana entré, fui cordialmente atendido por un joven diligente y escribí dos mensajes que de inmediato el muchacho pegó en el mural: "Reducir el alto porcentaje de interinidades" y "Diseñar una carrera administrativa para el personal funcionario". Los mensajes quizás desentonaran con el resto, toda vez que se referían a las cacas de los perros, los elevadores de Amara o Morlans, los baches de casi todas las calles, el metro y cosas así. Celebradas las elecciones, el inquilino de la oficina alcanzó su objetivo. El mural de corcho desapareció, el local se cerró y su dependiente fue nombrado concejal. Los mensajitos intuyo que, convertidos en una gran bola amarilla, fueron al contenedor azul. De todas formas y por otra vía, se facilitaron al adecuado interlocutor, algunos comentarios sobre la política de personal en el Ayuntamiento y unas posibles medidas correctoras inmediatas unas, urgentes el resto, que exigían trabajo, imaginación y audacia. Lamentablemente, no se han evidenciado ninguno de los tres factores.

No es un secreto, al menos entre el personal municipal, tanto de carrera como interinos, que existe una sensación de desengaño respecto al actual equipo de gobierno. Todos esperaban mucho más y, como ocurre en estos casos, la gente está desanimada. Me refiero a funcionarios técnicos de los niveles más altos, a los que no sólo se motiva con dinero, opinión que mantiene el concejal responsable del personal que, desconociéndolo todo sobre gestión de recursos humanos, carece, además, del apoyo técnico cualificado que una empresa de mil personas precisaría.

En general, el personal técnico de alto nivel se considera bien pagado y no le teme al trabajo. Hay otra serie de intangibles que entran en lo que se denomina motivación, que debe ejercer el líder de un equipo para mantenerlo tensionado, obteniendo lo mejor de cada uno de sus componentes, hasta alcanzar los objetivos propuestos. Esos valores son los que se echan de menos y ocasionan las dimisiones de puestos directivos y retorno a destinos técnicos de segundo nivel, pero de menor responsabilidad, ante la falta de estímulos que, posiblemente, no se darían en una empresa privada y que echan en falta muchos funcionarios hasta arrojar la toalla aburridos del exceso de palabrería y venta de humo, acompañados de falta de recursos y voluntad. Sí, desengañados. Ocurre con frecuencia que a las dos semanas de ser nombrado concejal una persona sin la menor preparación se considere capaz de opinar de cualquier tema del área de gestión que le hayan confiado. A las cuatro semanas, decide y sentencia. Incluso marca las líneas por las que quiere que se emita un informe técnico que pretenderá firme el funcionario, especialmente si es interino.

Imaginación. Para diseñar una carrera administrativa para los funcionarios municipales. Existen modelos dentro de la propia organización, me refiero a Guardia Municipal o Bomberos. Una estructura transparente en la que cada funcionario, de acuerdo con su titulación, méritos y experiencia, pueda saber el empleo al que puede acceder a lo largo de su carrera, sin depender de otras circunstancias arbitrarias.

Y volvemos a recordar el abuso de temporalidad que, en la Administración municipal donostiarra llega al 40%. En todo el Estado son casi un millón de personas. Entre ellos muchos de los que se pelean en las UCI con el coronavirus que en este momento tienen cierta notoriedad o los que intentan conocer sus secretos en los centros de investigación, con las penurias que les caracterizan desde siempre. Pero lo son también en muchos ministerios, diputaciones y ayuntamientos. Todos, por la desidia de sus gestores del amplio abanico partidario.

Leo un dictamen de quien fuera presidenta del Tribunal Constitucional (2004-2011), Dra. María Emilia Casas, que, a propósito de los interinos, aboga por una solución excepcional. Como ya se hiciera en Euskadi con las profesoras de las ikastolas en el momento de la publificación y a una escala mucho más modesta, con la consolidación de algunas jefaturas en el consistorio donostiarra. Sugiere una reforma legislativa, creando una nueva categoría funcionarial, la de "personal estabilizado" con carácter indefinido, para cumplir la directiva comunitaria 1999/70/CE y la jurisprudencia reciente del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), propuesta que no vulneraría los principios de igualdad, mérito y capacidad en el acceso al empleo público, dado que ese personal interino ya se sometió a examen bajo estos parámetros. El reconocimiento de los servicios prestados y la antigüedad como mérito único en la fase de concurso, para favorecer la consolidación del personal no permanente, ya han sido reconocidos por el Tribunal Constitucional. Han comenzado a dictarse sentencias estabilizando interinos. La última afecta a una decena de empleados de la Universidad de Alicante.

Esa audacia, imaginación y trabajo son las que echo de menos en la administración donostiarra donde las OPE siguen su curso, con las mismas bases, en lo que, a las administrativas se refiere, de hace 14 años. Aplican aquella máxima romana, Oderint dum metuant (no importa que nos odien mientras nos teman). Claro que los romanos no tenían elecciones municipales.

Doctor en Veterinaria