e acaban de cumplir 38 años desde que, en noviembre de 1982, el Parlamento Vasco aprobó la Ley del Euskera, una de las primeras normas de nuestro reciente autogobierno. Un joven Pedro Miguel Etxenike fue el responsable de defenderla. Dice que la redactó, de su puño y letra, en unos pocos días. Le creo.

La presentación del proyecto de ley por parte del joven consejero navarro, fichado por el lehendakari Garaikoetxea para Educación, en un debate que casi íntegramente se desarrolló en castellano, tuvo un tinte dramático. Pocos días antes Etxenike -físico de profesión y afición, euskaldunberri y admirador del bertsolarismo- había acudido como espectador a uno de los festivales clasificatorios del Campeonato de Bertsolaris que Euskaltzaindia organizó en 1982. El testimonio de Etxenike en el Parlamento no deja lugar a dudas sobre el grado de preocupación que los euskaltzales mostraban sobre la situación de la lengua vasca: "El día pasado estaba yo en el campeonato de bertsolaris en Gernika; once bertsolaris de diversos partidos políticos. Esos once bertsolaris fueron recluidos en una sala aparte, para que no escuchasen las intervenciones de los otros. Y el tema que les propuso el presentador fue: ¿Qué les diría usted a los vascos del siglo XXI? Yo, cuando les oía los versos, me quedaba aterrado: todos, automáticamente, expresaban, sin haber oído al anterior -todos-, el sentido agónico del euskera: que el euskera se nos muere. No sé si es apocalíptico. Realmente aquello me afectó mucho. Ese sentimiento existe y por eso he dicho que para salvar el euskera necesitamos el esfuerzo de todos y la solidaridad de todos".

El debate de la ley fue intenso. Y el nivel de acuerdo, alto. PNV, PSE y UCD votaron a favor. AP votó en contra. Los once representantes de HB€ ni estaban ni se les esperaba.

Hoy, 3 de diciembre, celebramos el Día Internacional del Euskera, una buena ocasión para recordar de dónde venimos y a dónde queremos llegar. Las cosas nunca son blancas ni negras, adquieren diferentes tonos según el punto de vista y el tema y el proceso de normalización del Euskera no es una excepción. Para unos pocos, las cosas han ido demasiado lejos y, según dicen, no se justifica el esfuerzo económico y social que conlleva. Para otros, estamos a mil leguas del objetivo propuesto. Y otros, finalmente, desprecian los avances que se han producido y no ven más que dejadez, renuncia y falta de compromiso. Discrepo, al igual que la mayoría de la sociedad vasca; y me atrevo a decir que, a pesar de las dificultades y carencias que existen, no somos aún conscientes de los avances que en estos escasos 40 años se han producido. El uso del euskera se ha extendido de forma impresionante y hoy no se encuentra, ni de lejos, en la agónica situación sobre la que Etxenike nos alertó. Su habla ha llegado a todos los ámbitos de nuestra vida, se ha generalizado en la enseñanza y ha adquirido un protagonismo patente en nuestra sociedad. Se habla de forma natural y espontánea en cada vez más hogares, en la calle, en el deporte o en medios de comunicación y es la lengua en la que una parte importante de la creación cultural vasca se expresa en la literatura, la música, el teatro, el audiovisual o las nuevas tecnologías digitales de la comunicación. Una nueva generación, plurilingüe, con dominio del euskera, ha llegado a la política, al ámbito institucional, a la dirección de empresas y sindicatos, al deporte, al comercio, la banca o la hostelería, a la docencia y la ciencia, a la universidad y la formación profesional, y ha convertido el euskera en un elemento ineludible de nuestro paisaje lingüístico y nuestra convivencia. Con mayor o menor intensidad, el euskera está hoy presente en muchos ámbitos en los que su eco era imperceptible hasta hace pocos años.

La celebración del Día del Euskera debe servirnos para reivindicar el camino que aún nos queda por recorrer, sin duda, pero también debe ser motivo para reconocer lo alcanzado en los diferentes ámbitos de la Nación y la Ciudadanía del Euskera; "Euskara jendea", como Bernardo Atxaga dice.

Dos generaciones, la de la guerra y la de la dictadura, apostaron por recuperar la senda del Gobierno de Agirre y Leizaola y por dar continuidad al tracto institucional por aquellos iniciado, a la vez que se comprometían con la recuperación de la lengua propia de nuestra comunidad, creando ikastolas y gau eskolas y confiando al sistema educativo la transmisión de la lengua vasca, que en la mayoría de los casos ellos y ellas no podían entender ni hablar. Aquellas familias y andereños, así como aquellos escritores y escritoras, que en la más absoluta clandestinidad y poniendo en riesgo la escolarización de sus criaturas y sus propias profesiones asumieron el reto de impulsar el uso y la transmisión del euskera, fueron el auténtico motor de aquel incipiente cambio. Gracias a todos y todas.

Las restricciones a nuestra actividad en todos los órdenes de la vida desde el pasado mes de marzo como consecuencia de la expansión del covid han traído, entre otras consecuencias, dificultades añadidas al uso social del euskera. Muchos ámbitos que suponían un cauce natural para el aprendizaje o el uso de la lengua vasca se han visto condicionados, suprimidos o forzados y, en algunos momentos, sus hablantes nos hemos visto limitados en nuestros usos y derechos lingüísticos. La pandemia nos ha obligado a replegarnos y a fijar como objetivo prioritario el cuidado de la salud de nuestras familias y de nuestra comunidad.

En cualquier caso, hoy volvemos a celebrar el Día Internacional del Euskera y reiteramos nuestro compromiso con la normalización de su uso. Y lo hacemos con una nueva edición de Euskaraldia, una iniciativa social para que quienes hablamos y entendemos la lengua vasca prestemos más atención a su uso y la utilicemos siempre que queramos y tengamos con quien hablarla, de forma natural y espontánea, sin prejuicios ni complejos, por todos aquellos y aquellas que nos precedieron, por nosotros y nosotras, y porque es nuestro derecho y voluntad.

Consejero de Cultura y Política Lingüística