Hace unos años, un importante empresario vasco se quejaba, al margen de la pérdida de atractivo de Euskadi frente a otras regiones mucho más dinámicas en la captación de inversiones foráneas, de la ausencia en este país de “gestores de fondos de inversión que vivan aquí y otorguen cierto arraigo, en definitiva, una industria financiera”. Pues bien, parece que su lamento no ha caído en saco roto. Hace unos días y en tan solo una semana, hemos visto la presentación de una gestora de fondos que ya tiene comprometidos 150 millones de euros con el objetivo de llegar a 200 millones a final de este año, para invertir en empresas vascas y potenciar su arraigo y el anuncio de un fondo de capital riesgo para canalizar el ahorro privado de inversores minoristas hacía proyectos empresariales de futuro.

Casi coincidiendo con la presentación de estas iniciativas de carácter privado, desde el sector público también hemos podido conocer como el Gobierno Vasco ha dotado con 40 millones de euros más al fondo Finkatuz, gestionado por el Instituto Vasco de Finanzas (IVF), para alcanzar los 300 millones de capital, con el fin no solo de tomar participaciones en el capital de las grandes empresas de Euskadi y garantizar no solo su arraigo en el país, sino también mantener su papel de tractor sobre el conjunto del tejido productivo vasco. Hasta la fecha, este fondo, creado en el año 2021, ha tomado participaciones en empresas como TP Aero, CAF y Kaiku con una inversión de 104 millones de euros.

Stellum Capital, que es la gestora de fondos de la Fundación Artizarra, promovida por vascos de reconocido prestigio y larga trayectoria en el mundo de la empresa y la gestión, hizo su puesta de largo hace unos días, para dar a conocer de manera pública su objetivo de tomar participaciones no mayoritarias en empresas pequeñas y medianas con una facturación entre 40 y 50 millones de euros y potencial de crecimiento, con el fin de reforzar y desarrollar el proyecto empresarial y garantizar su arraigo en el país.

La iniciativa, en la que convergen algunas gestoras existentes con anterioridad, no solo se va a centrar en aquellas empresas vascas ya establecidas y con grandes capacidades de crecimiento, sino también en realizar inversiones en aquellas de nueva o reciente creación con perspectivas importantes de desarrollo, es decir, lo que se denomina venture capital, que contará con un fondo entre 40 y 45 millones de euros.

El objetivo de la Fundación Artizarra, a través de su gestora, es servir de base de una industria financiera o de inversión vasca que capte capital del país para su inversión en nuestras empresas y evitar situaciones tan paradójicas en las que recursos generados después de muchos años terminen en un gran fondo de inversión extranjero que, a través de terceros, terminen comprando empresas radicadas en Euskadi.

Es lo que sus promotores denominan economía circular, es decir que lo que se ha generado en Euskadi revierta en nuestras empresas con potencial de crecimiento, a través de la toma de participaciones minoritarias, dentro de una filosofía de acompañamiento y de ayuda en la gestión de los responsables del proyecto empresarial.

Casi coincidiendo en el tiempo, el expresidente de Elkargi, Josu Sánchez, en su discurso de despedida en el XXXIIIº Encuentro Empresarial, celebrado hace una semana en Donostia, anunció la puesta en marcha del fondo de capital riesgo Bidegiñ, en la que la sociedad de garantía recíproca vasca participa junto con Kutxabank Empresas y la banca privada del banco de las cajas vascas, Fineco, y que es un instrumento que servirá para captar dinero de ahorro privado de inversores minoristas hacia empresas con proyecto de futuro.

El anuncio, por inesperado, sorprendió a los asistentes, sobre todo cuando los tres promotores de este vehículo de inversión llevaban dos años trabajando en esta iniciativa a la espera de las correspondientes autorizaciones de los organismos reguladores. Este nuevo fondo de inversión va a suponer toda una novedad en el sector a nivel estatal porque va a servir de vehículo para ofrecer soluciones de inversión “ad hoc” para las empresas, gracias al gran conocimiento que los promotores disponen del tejido empresarial, como es el caso de Elkargi, por un lado, y de los posibles inversores interesados en entrar en el capital de las compañías, en lo que respecta a Kutxabank y Fineco.

Esta iniciativa nace como un proyecto de país por el gran componente institucional con el que parte y tiene como objetivo contribuir a la creación de riqueza a través de apoyar las necesidades de desarrollo y crecimiento de nuestras empresas, así como garantizar su arraigo en Euskadi.

A pesar de que son iniciativas muy importantes que, aunque han surgido ahora, vienen gestándose desde hace algunos años, y que servirán de contrapeso para paliar la entrada de fondos extranjeros que en los últimos años se han hecho con todo tipo de empresas vascas, tanto grandes como pequeñas, todavía en este país hace falta músculo financiero para impedir operaciones de adquisición de empresas, alguna de ellas de carácter estratégico, como ha ocurrido en el pasado. Basta recordar los 2.000 millones de euros que MásMóvil, controlada por varios fondos de inversión, pagó por hacerse con Euskaltel o los 1.700 millones que el fondo de inversión estadounidense Bain Capital puso encima de la mesa para adquirir ITP Aero.

Son pasos incipientes que van en la buena dirección de crear un ecosistema financiero vasco que sirva para paliar de alguna manera los efectos negativos, -mucho más ahora con la continua subida de los tipos de interés que está realizando el Banco Central Europeo (BCE)-, de la alta dependencia que siguen teniendo nuestras empresas, sobre todo las pymes, de la financiación bancaria. Se estima que el 77% de las empresas recurren a las entidades financieras, a pesar de la entrada en escena en los últimos años de agentes no bancarios como los fondos de capital riesgo, entidades de crédito financiadoras de activos, el desarrollo del BME (Bolsas y Mercados Españoles) y BME Growth, que están ofreciendo otras alternativas. Esta industria de la inversión vasca puede servir para facilitar procesos de relevo generacional que se dan en las empresas o la reestructuración del accionariado dando entrada a inversores locales que se perciben como más cercanos y más confiables.

Ojalá la puesta en marcha de estos fondos de capital riesgo vasco, a los que hay que desearles todo tipo de venturas a la hora de llevar a cabo sus inversiones en nuestras empresas, sea un verdadero punto de inflexión a la situación que se ha registrado hasta ahora en Euskadi y que no se corresponde con otras regiones industrializadas de Europa que mantienen altos niveles de servicios financieros, como son los casos del estado federal alemán de Baden Wutenberg, la región italiana de Emilia Romagna o la de Upper Austria en el país centroeuropeo del mismo nombre.

El problema es que en Euskadi se ha puesto el foco durante mucho tiempo en el desarrollo de la industria y de los servicios avanzados y tecnológicos y, a pesar de ser un país industrializado, se ha descuidado de manera importante el sector financiero, con todo lo que ello ha podido suponer de dependencia. Rectificar es de sabios.