iertas jóvenes han pasado la línea de comercializar con su cuerpo al modo tradicional a hacerlo de forma digital". Esta frase, recogida en la memoria de la Fiscalía de Gipuzkoa, es demoledora. Muestra hasta dónde pueden llegar algunas adolescentes para lograr dinero, ropa o, simplemente, aceptación social sin ser conscientes de lo que supone o puede suponer en un futuro que esas imágenes de desnudos, a veces mostrando actitudes sexuales explícitas, ronden por la red sin control alguno sobre su uso o finalidad. Estas situaciones, de las que alerta el Ministerio Público, son las más extremas, pero a nivel usuario tanto da compartir una foto en pelotas con el novio cuando el día de mañana la ruptura propicie una venganza en forma de contenido viral. O simplemente sea un espabilado el que te haya pillado en una actitud comprometedora y, al final, esa situación que debería ser privada acaba siendo trending topic en las conversaciones de la cola del pan del pueblo. Maldita la gracia. Pero, en este caso, la invasión de la privacidad ha sido sin consentimiento. En cambio, el ejemplo con el que comenzaba este texto, no solo es real, sino que se hacía de manera consentida. No ayuda que los referentes actuales de la farándula utilicen los desnudos para conseguir más likes. Imágenes estudiadas hasta el infinito que se intentan replicar sin éxito y con peores consecuencias.