a sé que a estas alturas de la vida no debería ponerme así, pero me resulta incomprensible que los ciudadanos de a pie estemos tan expuestos a intentos de phising (robo de datos bancarios), fraude, timo, estafa o llámese como quiera, a través de nuestros teléfonos móviles e Internet, con mensajes fraudulentos que solo buscan estafarnos y cada vez son más frecuentes. Me preocupa que lo hallamos naturalizado, y que tengamos que asumir que hay que convivir con este virus, sin vacuna a la vista. La primera vez que me ocurrió, me puse inmediatamente en contacto con el WhatsApp que la Ertzaintza tiene para "trasladar información sobre delitos o comportamientos ilegales que no requieran una intervención inmediata". Allí me conminaron a ir a comisaría a denunciar y tardé unos pocos minutos en presentarme en la base. Para mi desgracia y la de todos ustedes, que hayan intentado estafarte no es un delito. Así que te dicen que has hecho bien poniéndolo en su conocimiento y te retiras por donde has entrado. Por eso, este lunes, pese a la indignación de quien sabe tener a solo un clic de distancia a un delincuente en la impunidad, me lo tragué para dentro. Por cierto, ¿alguien sabe dónde se puede comprar paciencia, ilusión y alegría? ¿Quizás por Internet? Se me empiezan a gastar.