l Estado español y Francia forman parte del espacio Schengen y, en teoría, no hay fronteras entre ambos. Basta acudir a Irun y cruzar la muga para comprobarlo. Ningún problema, salvo que usted sea una persona de raza negra. Ahí ya parte con cierta desventaja, pero no pasa nada. Como dice el poeta Ruben Tejerina, de tanto mirar hacia otro lado se le rompió el cuello al mundo. Hasta que algo acaba pasando. Yaya tenía 28 años y provenía de Costa de Marfil. Al parecer, había entrado a España por Canarias. Murió el sábado ahogado en el río Bidasoa después de intentar cruzar la frontera, en el mismo lugar donde hace un mes se quitó la vida un joven eritreo de 21 años. Albert Einstein recomendaba dejar de hacer lo mismo para obtener resultados distintos, pero la rutina se ha instalado en el paso, donde se suceden controles de dudosa legalidad. Entre noviembre y marzo, las autoridades galas devolvieron a España a 15.757 inmigrantes en situación irregular, más de 3.000 al mes, según datos de la policía francesa de fronteras divulgados por el diario francés Le Figaro. Son actuaciones amparadas por razones de "seguridad nacional" tras los atentados de 2015. Eso sí, no se sabe muy bien hasta qué punto puede comprometer la seguridad un joven migrante desfallecido que solo aspira a vivir tranquilo.