iempre me ha parecido como muy de adoptar como propia esa estrofa de una canción de Kiko Veneno en la que dice lo mismo te echo de menos, lo mismo, que antes te echaba de más. Y sigue con algo así como si tú no te das cuenta de lo que vale, el mundo es una tontería, si vas dejando que se escape lo que más querías. Pues me vale, me la quedo. Y más ahora. No me digan que con lo que está cayendo no empiezan a echar de menos algunas cosas, personas y situaciones que hace unos meses, vamos para el año, echaban de más. Pues yo sí. Pero eso es lo de menos. Si hay algo que echo mucho, mucho, mucho de menos, más allá de estar con toda mi familia, es disfrutar de mis amigas, de mis confidentes, de las que son mis hermanas por elección en la vida. De reírme con ellas, de llorar a veces, de recordar o tratar de olvidar juntas. Las echo de menos. Porque el goteo de hoy contigo y mañana con otra no me es suficiente. Porque a veces no hacen falta palabras sino miradas y gestos. Y esos no los tenemos, o solo a cuentagotas. Los pocos momentos que la pandemia nos da para arañar un segundo con ellas los disfruto mucho, pero quiero que me lleguen como cataratas, como una riada. A vosotras, lejos o cerca, solo puedo deciros que os echo de menos. Esperadme.