ay un sketch de José Mota en el que, como si fuera un político en la tribuna del Congreso, denuncia la malversación de fondos europeos que han cometido los señores Quiroga Herreros y Jiménez Farnillo. Ante las continuas advertencias del presidente de la Cámara (le pide prudencia, disimulo y discreción ante la cantidad de datos que ofrece), el orador solo puede terminar diciendo que "es evidente que ha habido algo por parte de alguien respecto de algo en algún sitio". Esta parodia poco tiene que ver con lo que sucedió la semana pasada, cuando alguien entró la noche del lunes en el pabellón de remo de Bermeo. El presunto caso de no sabemos si habría que considerarlo espionaje cogió vuelo muy rápido y casi a la misma velocidad lo perdió, pero deja rastro en forma de preguntas sin respuesta. De cada detalle de la (presunta) historia cuelga un interrogante. Las cinco preguntas clásicas del periodismo bastarían para empezar. Todas, salvo el cuándo y el qué, siguen entre brumas: quién, cómo y por qué. El caso se zanjó con un comunicado y la entrega en la Policía local de Bermeo de una cartera que apareció en el hangar tras aquella noche. Y silencio, aunque no se hable de otra cosa. Al menos, de momento. Como en el ficticio Congreso de los Diputados de José Mota.