es prometí a algunos de mis compañeros que no iba a seguir escribiendo sobre el efecto de las plataformas en la industria cinematográfica y en la distribución de películas. De hecho, mi último escrito hace dos semanitas en este espacio iba sobre otra chorrada. No obstante, la reciente decisión de Disney de prescindir del estreno en cines de la nueva versión de Mulán y colgarla directamente en su plataforma de streaming a un precio de 30 dólares me ha forzado a regresar sobre esta cuestión; pero les prometo, ahora sí que sí, que será la última vez. Les explico la movida: hay salas de cine, en Donostia por ejemplo, que siguen sin abrir. ¿Por qué? Porque Hollywood ha decidido retrasar una y otra vez los pelotazos de verano a causa del COVID-19. Tenet y Mulán han sido las películas que han estado bailando de fecha en fecha y si bien el seguro éxito de Nolan se podrá disfrutar en salas desde el próximo 26, el largometraje, en esta ocasión en carne y hueso, que adapta la popular leyenda china no se verá en pantalla grande, algo que ha cabreado a los exhibidores, que empiezan a verle las orejas al lobo. ¿Se imaginan no ir nunca más al cine? Los responsables de las salas, sobre todo las pequeñas, tienen pesadillas sobre ello cada noche; en un mundo en el que estas decisiones están en manos de cada vez menos personas.