l atún rojo es muy escaso. Sin embargo, abunda en las pescaderías aunque su pesca esté ahora en parada técnica y no nos hayamos enterado. Una llega a casa tan contenta pensando que va a cocinar este producto selecto, pero se le chafa la ilusión cuando lee que un 40% del género que así se denomina está teñido. Pintado con tintas de color rojo. Aunque la tinta sea vegetal y sana, prefiero un atún blanco que no me esté engañando y estará igual de bueno. "Si suelta algún tipo de líquido que no sea la sangre del pescado debemos sospechar", dice un experto. Pues vaya truco. El pescado suele soltar algo de agua y entre el agua pintada y la sangre, creo que no sabré distinguirlo. Lo mismo pasa con los pollos. Los hay amarillos y blancos, pero el color no siempre indica su alimentación. Y en estas aves, como en los pescados, el etiquetado no llega a casa con el producto. El colorante alimentario puede dar vidilla a los platos y nos podemos imaginar que una paella de bar tiene colorante. Pero no nos engañan diciendo que lleva azafrán. Comer por los ojos sí, pero no pagar por los ojos. Tampoco se fíen de las bonitas fotografías de platos deliciosos y apetecibles. Muchas no tienen ni comida. La leche puede ser cola blanca y las gotas de frescor del vaso de cerveza, glicerina. De verdad.