ndo preocupado por bajar el nivel de vida de Euskadi. Resulta que el INE, el Instituto Nacional de Estadística, llamó a mi puerta para informarme de que había sido elegido en no sé qué proceso aleatorio y a partir de ahora tengo que responder yo, y solo yo, a sus amables encuestas, porque es obligatorio y tal. Y lo he debido de hacer tan bien que el Eustat, el instituto vasco de estadística, también quiere que participe en las suyas. A ver, yo me imagino que esta gente recomendará en su mundillo a encuestados, como quien recomienda el chino barato del barrio, pero el caso es que ahora estoy pluriempleado, o mejor dicho, pluriencuestado. Y es raro porque en todos estos años no me habían preguntado ni la hora, pero de repente lo quieren saber todo de mí. Y ahí he andado poniendo equis. Que cuántos coches hay en casa y qué tiempo tienen. Pues uno y va para 16 añazos. Que si tengo aire acondicionado. Pues no. Que si tengo batidora. Qué va. Que si tengo horno. Pues mira, justo me pillas que tampoco y casi, casi, sin nevera, pero esa agoniza, aunque todavía respira. Así que si en los próximos datos del Eustat hablan del retroceso de Euskadi... que soy yo. Pero qué quieren, pedían sinceridad en base a no sé qué ley. Y solo me faltaba que me enchironen por inventarme un horno en casa.