o me ocurre muy a menudo porque afortunadamente no hago siempre bien las cosas, diría que incluso soy mediocrillo, aunque esforzado, que diría aquel. Pero de pronto te viene alguien y te suelta, "¡hostia, qué bien esto que has hecho!". Y te quedas ahí parao como una liebre a la que echan las largas en mitad de la carretera, que ya sabemos cómo acaba. Y piensas, ¿y qué he hecho?, porque es verdad que no caes y la exclamación te ha dejado descolocado. Y tiras del recurrente "ah, gracias", a veces sin saber de qué te hablan, e intentas que la situación acabe cuanto antes porque has aprendido a argumentar las cosas cuando no gusta tu propuesta y nadie te ha enseñado qué tienes que decir cuando es al revés. Si especifican más, la cosa es aún peor porque ni puedes evadirte en averiguar de qué te hablan, así que recurres al mismo comodín del "gracias" y metes apresuradamente cualquier otra idea para cambiar de tema. Y luego están las veces que el mensaje te llega por escrito y te quedas ahí mirándolo y como no sabes qué contestar, pasa el tiempo y no dices nada, que siempre te parece mejor salida parecer un borde que no un creído. Luego, a los días, te preguntarán un "¿pero te llegó?", aunque para entonces ya habrás hecho mil cosas mal y no será importante.