o deja de sorprenderme la contundencia de tantas opiniones y juicios que se oyen y leen por ahí sobre la manera de gestionar esta crisis por parte de los administradores públicos a los que les ha caído en suerte este marrón. Salvo los que son muy mayores y pueden recordar las guerras con las que, por fortuna, esta crisis no tiene nada que ver, el resto no hemos conocido nada igual. Por eso, conviene mantener cierta prudencia y humildad a la hora de evaluar lo que están haciendo los que tienen la responsabilidad de tomar decisiones. Por supuesto, no puede ni debe ser un cheque en blanco para silenciar las críticas. Que se sepa, la libertad de expresión no esta confinada. Pero las críticas, además de constructivas deben ser coherentes. Ha llamado la atención la prohibición de los mercados de los baserritarras mientras permanecían abiertos los establecimientos de las grandes cadenas de distribución. Lo que parecía un contrasentido fue subsanado ayer por el Gobierno Vasco. Pero sorprende el declarado desafío a esta orden por parte de algunos ayuntamientos gobernados por Bildu, que antes de la marcha atrás de Lakua, mostraron su intención de no cumplir la prohibición argumentando que bien organizados, estos mercados son seguros. Y si los mercados de baserritarras pueden funcionar de manera segura, ¿por qué no mucha, poca o parte de esa actividad económica no esencial que ellos mismos exigían desactivar para frenar el virus?