Da igual que sean exiliados, músicos o futbolistas, pintores, intelectuales o médicos: la técnica siempre es la misma. En este país nunca –vale, rarísima vez– se pregunta a los palestinos sobre Hamás, la matanza del 7 de octubre, los secuestrados de los túneles.

En ocasiones pongo en el buscador dichas palabras, por si se me han escapado en una lectura rápida, pero qué va. Ni rastro. Habrá quien achaque la evidentísima omisión al olvido o al descuido, lo cual sólo sería un error profesional. Yo no soy tan inocente. Y es que, a cambio, da igual que sean expatriados, científicos o ajedrecistas, comerciantes, poetas u horticultores: con el otro la técnica siempre es otra.

Siempre –siempre, siempre– se pregunta a los israelíes, incluso a los simples judíos, sobre Netanyahu, las matanzas de Gaza, los civiles asesinados. No se precisa buscador para verificarlo. La crítica suele aparecer en el titular, mea culpa obligatorio. Qué menos. Los consideramos adultos para enfrentarse a esa incomodidad.

¿Imaginan que, copiando el patrón, mañana preguntaran a un palestino en Bilbao por sus dirigentes y él respondiera que Mahmud Abbas es un déspota corrupto y Yahya Sinwar fue un irresponsable criminal? ¿O que ambos son unos héroes? Cualquier respuesta es más probable que el mero hecho de preguntarlo. Ni siquiera ofrecemos la opción del no sabe/no contesta. Será que su opinión carece de interés o dudamos de su madurez –¡o su libertad!– para expresarla. Tanto denunciar el colonialismo, y ya ves: hay pueblos enteros a los que nos empeñamos en disfrazar e infantilizar. Quién mejor que nosotros para hablar y callar en su nombre.