Las dudas, para el juez
Superviviente. Sánchez, claro. El PP, tocado. Génova disimula el fiasco. Da gracias al Supremo que le ha socorrido rápidamente para aliviar el bochorno. El vodevil del Senado fue desquiciante por demoledor, sobre todo para la política institucional. Un presidente de Gobierno llama circo a una sede parlamentaria. Un partido mayoritario instrumentaliza burdamente una Cámara legislativa. Una deplorable pantomima de cinco tensas horas bajo una insoportable atmósfera inquisitorial, trufada de agresividad, desplantes, mentiras y evasivas. La fatal vacuidad del fango intencionado. Tristemente, las profundas dudas sobre el calado real del ignominioso caso Koldo siguen tan vigentes que ahora suben de peldaño hasta la Audiencia Nacional.
El esperado y aguerrido compareciente jugó al despiste permanente como táctica disuasoria. Lo clava. Ya de entrada se hizo acompañar de unas gafas vintage, que han causado más sensación que la encerrona en sí misma. Mala señal para la intención del PP, desde luego, cuando la anécdota desplaza al suceso. Además, para salir indemne en muchas ocasiones exasperó a sus rivales con tanta acidez que transgredió su condición de presidente. El fin justifica los medios, debió pensar Sánchez como acostumbra cuando se siente acorralado. Y cuando se vio en flagrante evidencia ante la realidad de los hechos investigados, sencillamente disparó contra todo el árbol corrupto del PP, se refugió 27 veces en el manido “no me consta”, o incluso comprometió la verdad. Nadie se cree que sea una anécdota su relación con Koldo, ese hombre que custodió sus avales en las primarias, que le transportó por centenares de casas del pueblo y con quien tantas veces se fotografió. También sorprende que tras ocho años de secretario general no conozca todavía dónde se ubica la gerencia del PSOE ni las debilidades de sus dos hombres de mayor confianza durante tanto tiempo. En una empresa privada ya le habían firmado el finiquito.
Con todo, Sánchez mantuvo el tipo ante semejante avalancha. Salvo Feijóo y su cohorte de aduladores, nadie se imaginaba otro desenlace. El pronóstico se antojaba fácil para el acierto. Desde hace mucho tiempo, el casting del PP carece de un noqueador, incluso dentro del peso ligero, para tambalear siquiera en un par de asaltos al killer socialista. Menos aún si el pegador elegido para el combate fía toda la suerte de la venganza a un vocerío aturullado, a una mezcolanza de requerimientos conminativos, a un caos que aprovecha astutamente el interpelado para evadirse sin picar el anzuelo. El combativo Alejo Miranda desbarató buena parte de la oportunidad que con tanto ahínco anhelaba su partido. Le quedará el consuelo de que el interrogado tiene serias dificultades con la verdad, pero jamás este senador podrá alardear de que le hizo besar el suelo como pretendían los suyos para así mitigar los perversos efectos de los gritos contra Mazón de muchas víctimas de la dana. Ni lo uno ni lo otro.
La justicia sigue ahí
Como viene ocurriendo con incómoda asiduidad desde el procés, los jueces siguen alterando las pulsaciones de la vida política. Sin apagarse las luces del penoso espectáculo en el Senado, cuando se suceden sus valoraciones tan escoradas como partidistas, el Supremo tiene claro que hay materia pendiente de dilucidar sobre los pagos en efectivo en Ferraz. Una decisión que aplaca el optimismo socialista para satisfacción de un PP muy necesitado de cualquier revulsivo que le permita seguir con la vela encendida en su cruzada.
Paradojas del destino, han venido a coincidir en el tiempo la controlada ruptura sin demasiada sangre de Junts con Sánchez y la enésima mentira del presidente valenciano. Curiosamente, cuando podría pensarse que la decisión del atormentado Puigdemont acercaría el apocalipsis, ha bastado que se destapara un paseo sin prisa de Mazón con su compañera de mantel hasta un parkingmientras aumentaba la cifra de muertos y la devastación en su tierra para que Feijóo vuelva a sentir el frío recorriendo su espalda. La juez no ha dudado en ahondar la investigación de este otro detalle tan funesto.
Con el paso del tiempo, al jefe de la oposición se le están empezando a deshilar más costuras de las que jamás pudo imaginar al dejar la Xunta. La afrenta a las víctimas, a la dignidad y a la responsabilidad que supone la continuidad de Mazón –cuya salida está pactada y solo espera la fecha oportuna– se une ahora al quebradero de cabeza de los cribados en Andalucía y el desdén ante los incendios en Castilla y León. Otra vez jueces y política engarzados.
