Flaco favor se les hace a las instituciones europeas se crea más o menos en ellas si se plantea la elección de los representantes en Estrasburgo y Bruselas como una cuita interna entre los principales partidos de un estado. Por lo que nos toca más de cerca, como no me canso de escribir, para Euskal Herria esa engañufla interesada es particularmente dañina. Está suficientemente tasado y medido que ninguna de las dos formaciones del bipartidismo cada vez más rearmado se ha preocupado por nuestros intereses específicos. Ojo, que no estoy hablando de las grandes cuestiones identitarias, sino de las que conforman el día a día para baserritarras, arrantzales, trabajadores de nuestros sectores más pujantes o las empresas que componen el tejido industrial de los cuatro territorios. Ni siquiera los electos naturales del terruño que han engrosado históricamente las listas de PP o PSOE han mostrado mayor interés en sus conciudadanos, salvo en ocasiones contadas.
Feijóo y Puigdemont
Pero me consta que lo que anoto no pasa de derecho al pataleo o desahogo. Es evidente que en la inmensa mayoría de los medios, empezando (perdonen que insista) en algunos muy potentes de los autóctonos, la contienda del domingo se presenta exclusivamente como una reválida de las elecciones generales de hace diez meses. Así, ayer, último día para publicar sondeos, hubo cabeceras que aprovecharon para sacar al tiempo encuestas sobre las europeas de dentro de seis días y unas hipotéticas generales de vaya usted a saber cuándo. La idea, según la cercanía o lejanía a tirios y troyanos, era que la derecha se despega o que la izquierda remonta, elija cada cual el titular que más feliz le haga. Fuera de concurso, el cisdetezanos (léase de corrido) se marca un doble tirabuzón renovando el vaticinio de la victoria socialista, aunque con los de Génova pisándoles los talones. A modo de guinda, se sitúa como quinta fuerza del Estado a una lisérgica agrupación fascistoide-populista-salchichera llamada Se acabó la fiesta. Huele a profecía autocumplida que echa para atrás. Y para que no falte de ná, Feijóo amaga con una moción de censura buscando el concurso de Puigdemont. ¡Otro chupito!