Adelántate, madre, para que no te lo llamen. Menudo psicodrama castizo se montó ayer la emperatriz de Sol para limpiar su buen nombre, el de su partido y, en primera instancia, el de su novio, pareja, partenaire o bihotzeko azukre koxkorra, que decía una amiga mía.

Según la versión de Escarlata O’Hara Díaz Ayuso, todo lo que nos están contando es exactamente al revés. No es su mozo el que se escaqueó de pagar un pastizal a Hacienda falseando facturas y/o colándolas de matute a través de empresas pantalla, sino que es la Agencia Tributaria la que le debe un pastizal al gachó; nada menos que 600.000 lereles “en intereses”, que es casi el doble de lo que la Fiscalía provincial de Madrid le acusa a él de haber defraudado.

Como Armengol

¿A quién hemos de creer, entonces? Pues aquí me temo que hay que escoger bando en función de las simpatías y las antipatías ideológicas. Exactamente igual, por buscar un ejemplo muy cercano en el tiempo, que en la encendida autodefensa de su honor que hizo la semana pasada la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ante el chorretón de indicios que la sitúan como conocedora de la trama de las mascarillas fuleras cuando era la máxima responsable del Gobierno de Baleares.

Una y otra señaladas actuaron en sus respectivas performances de un modo exactamente igual de convincente o, mejor dicho, de todo lo contrario. Un mirada mínimamente neutral concluiría que ambas dejaron más sombras de duda que certezas. Igual en el caso de Ayuso que en el de Armengol, las comparecencias respondieron al principio “la mejor defensa es un buen ataque” y las explicaciones razonables brillaron por su ausencia.

Pero, como no me cansaré de predicar en el desierto, esto no va de denunciar las corruptelas por motivos éticos sino de aprovecharlas como arma arrojadiza contra el rival político y, en el caso que nos ocupa, además, como tinta de calamar para desviar la atención sobre los propios marrones.

En este sentido, lo de Sánchez, cuya esposa lleva años moviéndose en el lado oscuro, exigiendo a Feijóo el cese de Ayuso por una falta de su pareja es de traca.