Siempre me hace sonreír el recuerdo de un querido amigo al que invité a participar por primera vez en una tertulia radiofónica. No fue una experiencia muy agradable para él. Y así lo contó en un divertido apunte de su blog titulado “Desde casa parecía fácil”.

Tal cual es lo que parece estar pasándole a la todavía poco experimentada ministra española de Sanidad. Desde la oposición en la Comunidad de Madrid, Mónica García daba la impresión de estar al cabo de la calle de las medidas más eficaces en materia sanitaria.

Tal actitud contrasta con las disposiciones que está adoptando ya como titular de la cartera de Sanidad. Ya apuntó maneras cuando, sin tener competencias en la materia, anunció un plan mágico para reducir estratosféricamente las listas de espera.

Ahora, desbordada por la tensión en las urgencias a cuenta de la explosión de casos de enfermedades respiratorias, cree haber encontrado la solución imponiendo el uso de las mascarillas en los centros sanitarios.

Evidencias científicas

De entrada, vuelve a pasar por alto que es cada comunidad, en función de su realidad concreta –los números de la CAV o Nafarroa no son como los de Catalunya– la que debe articular las medidas que crea más pertinentes. Es bueno, como anoté aquí mismo, que haya un cierta homogeneidad en las normas, pero además de que las realidades son diferentes, ni se pueden ni se deben imponer las medidas. Mucho menos, si, como se quejaba ayer el departamento vasco de Salud, no se aportan las evidencias científicas que las justifiquen.

Y es verdad que la mascarilla se ha demostrado como una herramienta muy válida en la lucha, no ya contra la covid sino contra muchos otros virus respiratorios. Sin embargo, no es riguroso trasladar a la opinión pública que sólo decretando la obligatoriedad de su uso acabaremos con esta multiplicación coyuntural de contagios.

Da la impresión de que una situación que, no siendo habitual, tampoco es tan extraordinaria le está viniendo grande a la ministra. La prueba es la otra medida que se ha sacado de la manga: las autobajas. Sin entrar en su eficacia, es obvio que no se puede implantar de hoy para mañana.