Es probable que la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Reyes Maroto, tuviera razón cuando dijo que el pleno de reprobación a Javier Ortega Smith era un regalo de Navidad para el aludido y su formación. Pero la pregunta inmediata es si procede dejar pasar de rositas la agresión del susodicho a un miembro de la corporación.

Y sí, efectivamente, la respuesta es triste porque la única herramienta disponible para afear la conducta del matasiete es una reprobación, es decir, un acto sin la menor consecuencia práctica. De ahí que, después de aprovechar el envite para soltar sus machiruladas, el tipo abandonara el pleno con sus conmilitones y farfullara: “La reprobación me importa un rebledo”.

Quedémonos, en todo caso, con lo positivo. Esta vez el PP no se ha puesto de perfil y ha votado a favor de la iniciativa junto a Más Madrid y el Partido Socialista. Menos da una piedra.

Vuelven las mascarillas

Salvo que nos engañáramos, cuando nos despedimos de las mascarillas que nos acompañaron durante más de dos años ya intuíamos que no se trataba de un adiós definitivo. Si algo aprendimos, es que los tapabocas, por molestos que pudieran resultar, habían sido un excelente aliado, no sólo contra las mil variantes de covid, sino frente a muchas otras enfermedades respiratorias. Los números cantan: en esa época los resfriados y la que por abreviar llamamos gripe común vieron un notable descenso de incidencia.

Ese recuerdo debería servirnos para hacer caso a nuestras autoridades sanitarias que, ante los preocupantes números de infecciones respiratorias, vuelven a recomendarnos que las usemos. En primer lugar, lógicamente, en caso de estar afectados o tener síntomas. Pero también como protección para evitar contagiarnos. Ya se nota en los transportes públicos y en la calle que algo de caso estamos haciendo.

En este sentido, parece sensata la petición de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria de recuperar el uso obligatorio de las mascarillas en los centros sanitarios. De igual modo, no debería caer en saco roto la recomendación de usar racionalmente las urgencias.