¿En nombre de quién?

– Andaba últimamente un tanto dispersa la vicepresidenta española en funciones y responsable máxima de Sumar, Yolanda Díaz, pero ayer se ganó en buena lid la foto de la jornada, los titulares gordos, y ser la carnaza de cebo para tertulias, editoriales y columnas. La foto o, más bien, las fotos, porque son varias las instantáneas que la muestran luciendo su sonrisa marca de la casa en el Parlamento Europeo junto a Carles Puigdemont, el hombre que, según el tópico al uso, tiene en su mano el destino de Pedro Sánchez. No queda claro si su viaje a Bruselas fue iniciativa personal o ruego/sugerencia del propio inquilino de La Moncloa en funciones. Si atendemos a los portavoces oficiales, Díaz se desplazó representando a su coalición y nada más. Una excusa no pedida que nos hace pensar que, en realidad, actuaba a modo de comisionada del posible gobierno de coalición reeditado.

“Posibilidades democráticas”

– Más allá de las especulaciones, lo que dio de sí el sonado encuentro —amén del tontuno cabreo del PP por reunirse con “un prófugo de la Justicia”— fue uno de esos titulares resultones que lo dicen todo y, al tiempo, no dicen nada. “Díaz y Puigdemont acuerdan explorar todas la posibilidades democráticas para Catalunya”, rezaba el enunciado al uso. Si no se dejan deslumbrar por la pirotecnia, verán que, si buscamos una traducción a román paladino, nos quedamos como estábamos. Depende de quién, de cómo y hasta de cuándo interprete la expresión “posibilidades democráticas”, sería igual de valido pensar en la convocatoria de un referéndum como en una nueva aplicación del 155. Se comprende que la vicepresidenta no pueda ser más explícita, pero, al mismo tiempo, empieza a ser la hora de que tanto ella como su superior en el organigrama sean un poco más explícitos.

Sánchez sanchea

– Me temo que ahí pinchamos en hueso. No parece que la intención de quienes aspiran a revalidar el llamado “gobierno de progreso” sea llamar al pan, pan y al vino, vino. Su comunicación se basa en sobreentendidos y adivinanzas. Ayer mismo, el propio Sánchez, en lugar de decir que había llegado el momento de agarrar por los cuernos el toro de la autodeterminación y la amnistía, deslizó que “hay que ser audaces para dejar atrás la fractura del procés”. Salvo que me perdiera algo, por cierto, ni palabra de la propuesta del lehendakari, Iñigo Urkullu, para darle una repensada seria a lo que ya pone en la Constitución española de 1978 para resolver, de una vez por todas, la eternamente aplazada cuestión territorial. Otra vez será.