Humillado ministro de la Presidencia del Gobierno español: Quién le iba a decir cuando lo nombraron que uno de los momentos en que más focos concitaría en el desempeño de su cargo fuera a estar motivado por una reyerta entre administraciones de distinto signo político a cuenta del protocolo. El feo a la vista de todo el mundo que le hizo la emperatriz de Sol Díaz Ayuso durante los fastos del 2 mayo quedará para los restos como ejemplo de comportamiento rastrero por parte de una autoridad. Pero como le digo una cosa, le digo la otra: que usted también tuvo su parte al empecinarse en estar a toda costa en la dichosa fila de honor. Manda muchas narices, por lo demás, que el culebreo fuera casi lo único comentado del sarao.
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