Vergonzoso y vergonzante presidente de Castilla y León: Nos sobraban los motivos para tenerlo conceptuado como un ser humano con principios líquidos tirando a gaseosos, pero ayer terminó de graduarse como la encarnación del que tira la piedra y esconde la mano. O, en este caso, el dedo corazón, que fue el que le mostró con delectación y refocile a una diputada del PSOE en las Cortes de la comunidad que preside gracias a Vox. Lo suyo fue una peineta como la catedral de Burgos, el acueducto de Segovia o la muralla de Ávila. Con media gota de gallardía, habría reconocido su imperdonable salida de tono. Sin embargo, ha preferido tomarnos por tontos a las millones de personas que hemos visto qué clase de tiparraco es.