Agravio comparativo - El pasado miércoles, el vicepresidente del Congreso español expulsó del hemiciclo a una diputada de Vox que se refirió al grupo de EH Bildu como “filoetarras”. El escándalo ultramontano estaba servido. “Filoetarra, no; fascista, sí”, tituló al día siguiente en primera a todo trapo ABC, rasgándose las vestiduras porque la ministra de Igualdad no había recibido el mismo trato que la abascálida por unas agrias palabras dirigidas al PP: “Batet permite a Montero acusar a sus rivales políticos de promover la cultura de la violación, mientras es inflexible con PP, Vox y C’s”. El editorialista remataba: “Es tan evidente el intento de blanquear los antecedentes de los nuevos aliados del Ejecutivo como inadecuado el deseo de resucitar la dialéctica guerracivilista, atribuyendo continuamente la condición de fascista a un partido que no se reconoce en esa ideología”.

Una cortesía - Con las fauces fijas en la misma pieza, el columnero del vetusto diario Ignacio Camacho salía en defensa de la insultadora: “Llamar filoetarras a Bildu no es un insulto, es una cortesía. La diputada de Vox fue incluso amable al respecto: la partícula filo se queda corta para definir la relación exacta de la coalición separatista con los pistoleros. No son solo amigos sino testaferros y siguen respaldando el mismo proyecto aunque ya no compartan los métodos”.

El filoetarra es Sánchez - Suma y sigue, con su proverbial gracia residenciada en el tafanario, Alfonso Ussía escupía en El Debate: “Porque los de Bildu, al menos algunos de sus parlamentarios, no son filoetarras, sino etarras. Filoetarras son los amigos de Bildu, los que pactan con ellos la destrucción de España, los que permanecen en el Gobierno gracias a sus votos. Filoetarra es Sánchez, y Marlasca, y los podemitas”.

¡Es una guerra” - Por si no se hubiera exagerado lo suficiente, el amanuense de Vozpópuli Miquel Giménez proclamaba, como Groucho, que es la guerra: “Cuando la mesa del Congreso priva del uso de la palabra a una diputada de Vox por llamar filoetarras a los filoetarras pero, en cambio, riñe solo un poquito a Montero por decir que el PP practica la cultura de la violación es signo de que nos hallamos en plena guerra.”. Guerra, hay que insistir, que no va a ganarse por el lado que defiende la Constitución poniendo cara de bonico”. No hay medida.