Menudo susto. Todavía con la legaña puesta, estaba servidor echando el vistazo preliminar a las primeras páginas de la prensa de orden, cuando entre las fotos de Marlaska se me ha aparecido el careto de José María Aznar a página completa. Ha sido en ABC, que en la víspera del vigésimo aniversario de los atentados de Nueva York, rinde pleitesía al Churchill de Valladolid. Como titular, una de las afirmaciones del entrevistado: "El 11-S era más que un atentado, era un acto de guerra".

¿Y algo más que esa obviedad? Poquito. Miren que era buena oportunidad para que contase algo de las falsas armas de destrucción masiva que llevaron, con él en primera línea de saludo, a la guerra de Irak. Cuando se lo preguntan casi de refilón ("¿Visto desde hoy ¿qué no haría igual?") contesta así: "En aquella época se pudieron cometer errores, faltas, pero lo que no se puede negar es que había una idea estratégica de que la libertad y la democracia, su expansión, el respeto a los derechos humanos, era una cuestión clave".

Por lo demás, yo, mi, me, conmigo, Bush comía en la palma de mi mano, gracias a mí fuimos alguien en el mundo, hoy somos una birria y, claro, ETA.

Centrémonos en el el resto de la cosecha. Como les apuntaba arriba, la imagen más repetida en las primeras es la del ministro Fernando Grande-Marlaska con alusiones a su dimisión, cese o destitución. Quizá la versión más creativa es la de El Mundo: "Marlaska descarta la misión y culpa a la Policía de su batacazo".

En la página siguiente, Federico Jiménez Losantos imparte doctrina sobre el episodio de la trola de Malasaña. Ya imaginan en qué sentido: "El gobierno Sánchez, que cuando no nos arruina se pasa la vida denunciando delitos de odio, está compuesto por odiadores profesionales, socialistas y comunistas. Basta verlos hablar, escribir, balbucear o himplar, como las hienas: odio y más odio a la derecha, pasada presente o futura. Es la fórmula leninista de convertir la lucha de clases e ideas en guerra civil".

Por ahí va también, incluso copiando el estilo del turolense, Julio Valdeón en La Razón: "Quien no entienda que viven de fomentar el odio y van colgados de un fascismo como un velocirraptor, resucitado para la gran pantalla, o está abducido, algo bastante común en los días del pensamiento dicotómico, la pureza moral y el mesianismo a chorro, o está a sueldo".

En ABC repiten editorial sobre el asunto y un puñado de opinadores ordeñan el asunto. Sin duda, el que más lejos llega es José F. Peláez, aunque tampoco sé explicarles qué pretende decir con esta sucesión de tirabuzones: "Pero si lo vemos desde el lado del chapero, fue un acto de violencia por parte de un gay a otro gay, que, por cierto, además de ser gay es más cosas, como español, varón, vecino de Malasaña, votante de un partido, puede que del Atleti y quizá creyente. Y si la víctima es todo lo anterior, ¿por qué algunos lo circunscriben a lo que más les conviene? ¿Por qué la víctima asciende en la escala progre de compasión si el agresor es un facha repugnante y desciende si se trata de otro gay?".

Antes de agotar su paciencia, echo el freno en Libertad Digital, donde, creyéndose el rey de la chispa, un tal Daniel Rodríguez Herrera, titula su composición "El Bulo de Culo". Y claro, como se parece a sí mismo tan gracioso, tiene que repetirlo en la conclusión de la pieza, que esta: "La izquierda ya se ha manifestado más en repulsa del llamado Bulo del Culo que por el precio de la luz y su impacto en la pobreza energética". ¿Que por qué le pone mayúsculas a bulo y a culo? Ni idea.