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Dice el refranero popular que hay tres jueves que lucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión. Legorreta, mi pueblo, aúna los tres jueves y así, mientras el Jueves Santo lo celebramos al igual que el resto de los mortales, celebramos el Corpus Christi y el jueves de la Ascensión, que es la festividad local por antonomasia.
Pues bien, este año, el jueves de la Ascensión cayó el 9 de mayo, coincidiendo con el día oficial de Europa. Además, exactamente un mes antes de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán el día 9 de junio.
Por cierto, hace unas pocas semanas escribí sobre las candidaturas a Europa, sobre la marcha de la ministra Teresa Ribera y sobre la necesidad de contar con especialistas en los grupos parlamentarios grandes y la necesidad de sensibilizar a los grupos diminutos que cuentan con uno u dos parlamentarios y que, obviamente, no pueden contar con especialistas en materia alguna.
Al parecer, la candidatura popular contará con la consejera andaluza Carmen Crespo y recupera a la correosa riojana Esther Herranz, y en la candidatura de Vox contarán con Pedro Narro, gran conocedor de los entresijos pasilleros de Bruselas y que fue durante unos años el delegado de ASAJA Bruselas. Lamentablemente, no acabo de terminar de vislumbrar la persona especialista en el PSOE.
La Unión Europea, por cierto, acaba de publicar sus previsiones a corto plazo de mercados agrícolas de la UE, que no vislumbra una recuperación del consumo de alimentos dado que, según dicho informe, los precios de los alimentos se mantendrán altos mientras las previsiones de crecimiento económico son muy bajas.
El informe prevé que la producción de cereales de la UE en la próxima campaña de comercialización 2024/25 aumente un 3% interanual, mientras las importaciones de cereales de la UE en 2023/24 podrían ser un 17% superiores a la media de cinco años.
En cuanto al aceite de oliva, se prevé una ligera recuperación en la actual campaña 2023/24 después de una cosecha baja récord el año pasado, pero los altos precios imposibilitan una reactivación del consumo.
El vino, por su parte, en Italia y España ha disminuido significativamente en la actual campaña 2023/24 debido a la sequía, bajada que se compensa, lamentablemente, por una caída del consumo, especialmente entre los más jóvenes.
Las previsiones en cuanto a la ganadería van desde un cierto equilibrio en el sector lácteo hasta un traslado del consumo de la carne de vacuno hacia otras carnes como las aves, al parecer, una alternativa de proteína más económica para un consumidor con la cartera temblando.
Ahora bien, las previsiones de leche para el corto plazo de las instituciones europeas no coinciden para nada con las previsiones de Rabobank, que estima una fuerte bajada de la producción lechera europea para el año 2035, que va desde el 13% hasta un 20% si los condicionantes ambientales, principalmente lo referente a la contaminación de aguas, aprietan provocando una fuerte reducción de la cabaña ganadera.
Observando dichos informes de prospectiva, lo que ha ocurrido en los últimos años, especialmente en el sector lácteo, donde los precios al ganadero no subieron notablemente hasta constatar la falta de leche en los lineales de la distribución, queda meridianamente claro que el control de la producción por parte de los productores es un factor vital si queremos mantener unos precios dignos para la parte productora.
Hace unos años existían políticas públicas de control de la producción que fueron eliminadas de raíz en aras a la libertad de mercado que llevó, de forma paralela, a un incremento de la producción y a una reducción de los precios al productor.
Ejemplo claro de lo que les digo está ocurriendo en el mercado del limón, donde los precios se han hundido por una sobreproducción de limones que ha provocado que unos 400 millones de kilos se hayan quedado en el campo sin recogerse.
Al parecer, la entrada de fondos de inversión para especular con los precios del limón ha provocado dicha sobreproducción y el consiguiente hundimiento del precio que, como imaginarán, afecta de forma diferente si uno es agricultor familiar o si uno es gerente de una macroexplotación sustentada financieramente en capital ajeno a la tierra.
Nada nuevo bajo el sol. El autocontrol de la producción, algo fácil de predicar, pero difícil de practicar, es la única arma que tienen los productores para sustentar su rentabilidad.
Eso sí, si la producción, tal y como está ocurriendo, está cada vez más en manos de empresas ligadas y vinculadas a la transformación y comercialización, queda manifiestamente claro que a ellos la rentabilidad de la parte productora les importa un bledo porque su rentabilidad y viabilidad, lamentablemente, se basa en una producción de materia prima a bajo, bajísimo, precio.