La agonía en el sector ganadero es de tal calibre que, se mire por donde se mire, sobran los motivos para el desánimo y faltan motivos para la esperanza en el futuro. Unas veces son los bajos precios abonados por industrias y cadenas de distribución. Otras veces, cuando los anteriores levantan el pie del acelerador, son los inputs de producción que suben desenfrenadamente y te dejan sin margen, cuando no en pérdidas. Y otras veces, en estos últimos tiempos demasiado frecuentemente, son los problemas sanitarios, léase, la enfermedad hemorrágica epizoótica.
El dichoso mosquito de la EHE ataca al ganado, en muchos casos dejándolo para el arrastre, y en algunos casos los lleva hasta la muerte. Pero a pesar de su gravedad, me preocupa sobremanera la afección del puñetero mosquito en los propios ganaderos que, viviendo pendientes de su ganado, día y noche vigilándolo, están sufriendo lo que no está escrito, con el alma herida y totalmente rematados al comprobar que a la penuria económica, ahora, se le suma esta penuria vital.
Por ello, sin quitarle ni un ápice de gravedad a la alarma generada por el mosquito, no es menos cierto que su afección está siendo la puntilla para un sector productor que lleva unos cuantos años sufriendo lo incalificable por una inquietante falta de rentabilidad de la actividad.
Digo finamente falta de rentabilidad por no hablar de producir a pérdidas. Tras la aprobación de la última reforma de la Ley de Cadena Alimentaria que recoge que en todas y cada una de las transacciones económicas entre todos y cada uno de los eslabones que integran la cadena cuando menos deberán cubrirse los costes de producción, para comprobar y/o exigir su cumplimiento son cada vez más frecuentes los diferentes estudios y observatorios de costes de producción, salvo los del Observatorio del Ministerio que sirven de apoyo a los productores en sus negociaciones de precios.
Así, en el caso de Euskadi, sabemos que el coste de producción de manzana para sidra está en 0,32 euros/kg. Por abundante que sea la cosecha de este año aunque por ello no dejen de llegar toneladas de manzana desde otras comunidades y/o países para elaborar sidra sin Denominación de Origen, llama la atención que existan sidrerías que adquieran la manzana sin haber firmado contrato, que no respeten el plazo legal máximo de 30 días para abonar la manzana en tanto que es producto fresco y que oferten precios por debajo de lo marcado en el Observatorio del Gobierno Vasco.
Del mismo modo, sabemos que el precio que perciben los ganaderos por un kilogramo de carne de vacuno es un 30% inferior a la referencia de costes de producción que establece el Observatorio oficial del Gobierno Vasco.
Así, percibiendo por kilo 2 euros menos que los costes, se empuja a los ganaderos a producir a pérdidas, a pesar de que algunos quieran hacerse trampas en el solitario dejando de contabilizar el coste de la mano de obra familiar o contabilizando las diferentes ayudas que, en su gran mayoría, no son para rebajar precios si no para compensar las labores medioambientales que desempeñan los ganaderos en el territorio.
En el caso cárnico, la situación es más sangrante aún, dado que los precios percibidos por los ganaderos adscritos a la marca de calidad Euskal Okela perciben un precio igual o algo inferior a la carne genérica de otras comunidades donde los ganaderos tienen menos exigencias y no se ven obligados a abonar los gastos que conlleva estar adscrito a una marca oficial de calidad.
Igualmente, si observamos los datos publicados por el organismo ministerial FEGA, comprobamos cómo los pastores que entregan su leche de oveja latxa a las queserías para la elaboración, en su inmensa mayoría, de queso de la D.O. Idiazabal, perciben un precio inferior en un 10% al que perciben los ganaderos de Castilla y León.
No se crean que apunto caprichosa y/o casualmente a Castilla y León. Lo hago porque durante los últimos años los compradores de leche decían a los pastores, para intimidarles y sujetar así el precio, que el precio habitual de CyL era un 20-30% inferior al de Euskadi y ahora, con los datos en la mano, comprobamos que la situación ha dado un giro copernicano y nuestra leche, de denominación de origen, es más barata que la leche “corriente” de CyL.
Por no hablar y ser excesivamente repetitivo con la leche de vaca, donde los ganaderos, tras las últimas bajadas de estos meses, vuelven a producir a pérdidas y para más inri, habrá que ver de qué calibre es la bajada de producción motivada por el mosquito. En lo que llevamos del año 2023, el precio medio percibido por el ganadero estatal, según datos oficiales de la UE, ha descendido en 8 céntimos hasta los 50,28 céntimos del mes de septiembre.
En todo caso, lo que más duele, incluso más que el puñetero mosquito, es escuchar los argumentos y salidas de tono de aquellos responsables de compras bien sea para la industria, la cooperativa, la quesería, sidrería, carnicería, cadena de distribución, y añada usted el nombre de la empresa compradora, cuando te dicen sin rubor, sin pestañear y a la cara, que los productores deben seguir produciendo a pérdidas porque, en caso de que se viesen obligados a abonar los costes de producción, tendrían gravísimas dificultades para repercutirlo al consumidor.
El consumo, según sus previsiones, descendería de tal manera que incluso se vería en riesgo la supervivencia de la empresa (industria, la cooperativa, la quesería, sidrería, carnicería, cadena de distribución, etc.) y los numerosos empleos que dependen de ellos.