l posible impacto del covid-19 en los centros educativos, y en consecuencia en los niños y niñas, ha sido una de las grandes preocupaciones tanto de las instituciones como de la ciudadanía desde el comienzo mismo de la pandemia. No en vano, la llegada de los primeros casos de coronavirus a Euskadi trajo consigo que las escuelas fueran los primeros espacios en cerrarse, en la creencia de que podrían ser focos de alto nivel de contagio en una población potencialmente vulnerable. Los estrictos protocolos establecidos para garantizar la seguridad y la salud tanto de alumnos como de profesores y, en general, de todo el personal educativo, propiciaron el regreso a las aulas, que se generalizó ya el curso pasado con una presencialidad plena. El éxito fue abrumador, con más de un 99% de aulas abiertas pese a las distintas olas que han sacudido a Euskadi. Un esquema que se ha repetido con el arranque de este curso, en el que hasta ahora solo se han cerrado 16 aulas, el 0,09% de las casi 17.500 con que cuenta el sistema vasco y que ha permitido que no se haya tenido que clausurar ningún centro. Ahora, tras el fin de la emergencia sanitaria y con un alto porcentaje de vacunación no solo entre los adultos, sino también en el alumnado -el 80% de los mayores de doce años cuenta al menos con una dosis-, Educación ha elaborado otro protocolo para los centros, lógicamente adaptado a la nueva normalidad y, por tanto, con medidas más suavizadas aunque con los mismos objetivos de garantizar la presencialidad, ahora ya en todas las enseñanzas, niveles y etapas, pero también la salud de todos. Se trata de trasladar a las escuelas la realidad actual de la situación epidemiológica de Euskadi. Por ello, el protocolo deberá ser flexible y sujeto a correcciones, adaptaciones y matizaciones en función tanto de la evolución general del covid-19 como particular del sistema educativo y de cada centro, por lo que serán aún más necesarios el control y seguimiento exhaustivos y pormenorizados de todo el modelo. Si la implicación y la responsabilidad de todos y cada uno de los componentes de la comunidad educativa fueron, y han sido hasta ahora, las claves del éxito alcanzado por la enseñanza vasca frente a la pandemia, estos valores serán sin duda los que permitirán un curso normalizado, plenamente presencial y seguro.