l acuerdo del Gobierno Vasco con catorce grandes empresas de Euskadi -que facturan anualmente casi 60.000 millones de euros y dan empleo a cerca de 150.000 personas- para constituir un centro de análisis y aplicación de medidas para desarrollar la economía circular en Euskadi constituye una herramienta metodológica clave para afrontar con garantías reales el reto de la transformación ambiental de la industria vasca en particular y del tejido económico. El mero enunciado del objetivo constituye uno de los retos fundamentales de las economías desarrolladas del mundo: una actividad económica sostenible socialmente y responsable ambientalmente. La economía circular, el control y seguimiento de los impactos y huella de carbono que genera la actividad humana, también en la empresa, debe pasar de ser un deseo compartido a un objetivo medible. No basta con el voluntarismo de definir una Arcadia medioambientalmente equilibrada. Es preciso partir de la realidad vigente para incidir en los mecanismos de su transformación en clave de una sostenibilidad que hoy no se ha alcanzado. En ese marco, la creación del Basque Ecodesign Center viene a proporcionar las herramientas necesarias con un compromiso público-privado imprescindible en tanto se adhieren a él agentes industriales, financieros, y proveedores de servicios fundamentales, tanto por su diversidad como por su experiencia y capacidad de influencia en su entorno de proveedores y equipos humanos. Es una cultura que se debe implantar y que haga de la economía circular un activo presente. Para ello, los procesos tienen que ser medidos desde una perspectiva de impacto ambiental; tienen que ser analizados para su mejora y eficiencia tienen que ser corregidos ejecutando nuevos procedimientos; y tienen que volver a ser medidos para garantizar que el proceso no se atasca. Ese proceso es el que este acuerdo va a poner en marcha o, mejor dicho, va a promocionar y extender, generalizando usos que algunos de los agentes implicados han empezado ya a implementar en sus estructuras productivas y de gestión. La huella ambiental es medible y está presente en todos los procesos. La fijación de objetivos ideales sería estéril si no se acompaña de una hoja de ruta hacia ellos. Transformar implica también preservar las capacidades productivas sin atajos, sin borrón y cuenta nueva. Con compromisos como el suscrito.