uando se cumplen cinco años del histórico Acuerdo de París en el que casi 200 países rubricaron su compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la lucha contra el cambio climático ha alcanzado una nueva dimensión debido a la pandemia de coronavirus, que ha puesto aún más en evidencia la necesidad de una apuesta decidida por el medio ambiente a nivel global. De hecho, la Unión Europea, bajo el impulso de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, logró en su última cumbre de 2020 un importante acuerdo para elevar del 40% previsto al más ambicioso 55% la reducción de las emisiones de CO2 para el año 2030. Un objetivo loable e ineludible dada la preocupante situación actual y al que Euskadi está ya haciendo frente con nuevas medidas que actualizan y refuerzan el compromiso en la lucha contra el cambio climático. De ahí que la futura Ley de Transición Energética y Cambio Climático de Euskadi que prepara el Gobierno Vasco esté en sintonía con los objetivos más ambiciosos fijados por la UE y busque conseguir la neutralidad en carbono ya en 2050. A este respecto, la CAV está haciendo sus deberes, aunque aún queda mucho recorrido. La industria vasca, por ejemplo, ha reducido de manera notable (un 38%) sus emisiones a la atmósfera. Por contra, el transporte sigue siendo la asignatura pendiente, ya que ha aumentado las emanaciones un 15%, y van en aumento. De ahí que sea aún más urgente la adopción de medidas que frenen esta dinámica. En este sentido, la Diputación de Gipuzkoa lidera la Fundación Naturklima, uno de los proyectos estratégicos del Gobierno foral, que se ha articulado sobre tres pilares: hacer un seguimiento de los impactos que el cambio climático está generando en el mundo y, de manera concreta, en nuestro territorio; acelerar las iniciativas vinculadas con la economía circular y la transición energética; y poner en marcha un centro de documentación para conocer el fenómeno y sus efectos sobre el medio ambiente. Se trata de iniciativas de calado, viables e imprescindibles para cumplir los objetivos de París y de la UE y evitar la catástrofe del calentamiento global y que precisan, asimismo, del mayor compromiso ciudadano.