l ya habitual clima de incomunicación y confrontación política instalado desde hace varios años en el Estado está dando preocupantes muestras de mutación hacia un frentismo hostil y casi de combate con los puentes rotos entre las fuerzas que apoyan al Gobierno y las de la oposición. Un ambiente de enfrentamiento sin matices que se ha exacerbado tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -lo que de facto supone que el Ejecutivo de Sánchez tiene oxígeno para aguantar la legislatura- y que se escenificó ayer de manera cruda y descarnada en la conmemoración del 42º aniversario de la Constitución. Solo el hecho de que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición ni siquiera se saludasen y se evitasen mutuamente en un día tan señalado para las fuerzas políticas españolas que reivindican el supuesto espíritu de concordia, consenso y reconciliación que representaría el texto de 1978, y en el acto institucional y solemne celebrado ayer en el Congreso de los Diputados, da muestra de que la situación es alarmante. Máxime si, como es el caso, la proclamación que hacen esos partidos de la Constitución como garante de la democracia y las libertades se hace arrojando al adversario duras acusaciones como que “los enemigos de la nación están dentro del Gobierno”, que quiere “derrocar la Constitución (Pablo Casado y Vox) o de que los populares están “fuera de la democracia (Pablo Iglesias). Todo ello, además, en ausencia del rey Felipe VI, cuyo silencio sobre los a todas luces intolerables pronunciamientos de cientos de militares bajo argumentos claramente ultraderechistas y extemporáneas acusaciones al Gobierno y a determinadas fuerzas políticas resulta ya tan insoportable como el que mantiene sobre las actividades presuntamente delictivas de su padre y predecesor Juan Carlos I. Todo ello supone un inquietante bloqueo institucional y político en unos momentos clave en los que hay que afrontar las graves consecuencias de una pandemia y constata la imposibilidad, a día de hoy, de abordar y alcanzar un cada vez más necesario y urgente nuevo consenso constitucional en torno a otro texto más acorde a los tiempos, con participación de todos y que sea reflejo de la realidad de un estado avanzado, plurinacional y plurilingüe, social y democrático de derecho en el seno de la Unión Europea.