Aunque pueda parecer un poco prematuro a día de hoy, las empresas comienzan a descontar la crisis económica originada por la pandemia del covid 19 y ya se están preparando para afrontar de la mejor manera posible el crecimiento económico que, con carácter general, ya se empieza a vislumbrar y que tendrá su pistoletazo de salida a partir de este verano.

La situación económica antes y después de la pandemia ha cambiado de manera tan radical que sectores que antes de 2019 eran pujantes, ahora han dejado de serlo y otros, que estaban en crecimientos muy moderados, se han acelerado de tal forma que han hecho que muchas compañías hayan puesto el foco de su actividad en esos nuevos nichos de mercado que de ser emergentes se han convertido en una auténtica y próspera realidad.

El covid-19 ha acelerado de una manera notable la transición energética hasta el punto de que las energías renovables, en sus distintas variantes, están dando un salto de gigante como alternativa a los combustibles fósiles en esa lucha mundial por eliminar el CO2 de la atmósfera, por no hablar de la movilidad sostenible o la transformación digital, pasando por el impulso de la industria de la salud o el desarrollo del comercio electrónico. Y una de esas empresas que se está preparando para afrontar este nuevo escenario post pandemia es el vizcaino Grupo Arteche, dedicado a la fabricación de bienes de equipo eléctrico, que acaba de estrenarse en el mercado bursátil para financiar su plan de expansión para los próximos años, con el fin de aumentar aún más su presencia en el sudeste de Asia y reforzar su posición en Estados Unidos para lo que no descarta el crecimiento inorgánico.

El Grupo Arteche quiere con esta operación aprovechar en toda su magnitud el boom que vive el sector eléctrico a cuenta de la descarbonización y el incremento de la generación renovable que se está ya registrando en todo el mundo. Pero lo realmente interesante de esta operación no solo son los planes estratégicos de futuro que tiene el Grupo Arteche, sino que, siendo una empresa familiar con 75 años de historia, ha decidido entrar en el BME Growth (antes MAB) -el segundo mercado bursátil español, especialmente pensado para medianas empresas-, para llevar a cabo sus proyectos venideros, convirtiéndose en la primera empresa industrial de cierta dimensión en incorporarse a ese instrumento de captación de recursos financieros.

Y en verdad que el estreno no ha podido salir mejor, ya que alrededor de unos 100 nuevos accionistas se han incorporado al capital de la empresa al suscribir una ampliación de 30 millones de euros, con lo que la compañía ha aumentado su capitalización, de un día para otro de 200 a 230 millones de euros. Bien es verdad que la tarjeta de presentación no podía ser mejor para suscribir la operación, teniendo como referencia una facturación de 265 millones de euros el año pasado y un Ebitda (beneficio bruto de explotación) del 12%, con operaciones en 150 países y una plantilla de 2.000 empleados, de los que 600 trabajan en los centros de Mungia, Vitoria-Gasteiz y Madrid.

A pesar de este aumento de capital, la compañía sigue controlada por la familia Arteche, que ha rebajado su participación del 60% al 51%, con lo que se garantiza la estabilidad y el arraigo de la firma, una de las condiciones que establece la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para aprobar una operación de este tipo.

Con la entrada en el BME Growth, los propietarios del Grupo Arteche han puesto de relieve que es el instrumento más competitivo que existe en este momento en el mercado financiero para las pymes de cierto tamaño a la hora de captar los recursos necesarios para poner en marcha proyectos de crecimiento y expansión a partir de una horquilla que va de los 20 a 30 millones de euros.

La autorización de la CNMV para la entrada en el BME Growth garantiza la solidez del proyecto empresarial que se quiere llevar a cabo, así como un capital que está controlado por un inversor de cabecera que sirve de anclaje y arraigo a la compaña, más la transparencia que se establece sobre la actividad de la compañía, máxime cuando se cotiza en el mercado continuo.

Gracias a esa visibilidad que tienen las empresas cotizadas, las operaciones de adquisición de una nueva compañía, dentro de un proyecto de crecimiento inorgánico, pueden ser más fáciles, ya que ese conocimiento puede facilitar y acortar los procesos de una manera muy importante.

En este aspecto, el hecho en el que algunos empresarios todavía sigan manteniendo ciertos recelos a la exposición pública y a la hora de facilitar información sobre la actividad de su compañía, parece que empieza a formar parte del pasado porque la situación económica, con la globalización como escenario de actuación, ha cambiado tanto que la transparencia y la visibilidad se han convertido en unos instrumentos necesarios para dotar de valor y reputación a las empresas en sus proyectos estratégicos.

Y todo ello, con la existencia de unas estructuras de administración y organización internas en las empresas mucho más preparadas y más sólidas que las que existían hace unos años, y que pueden responder perfectamente a las peticiones de información del regulador y a las auditorias y otros trámites que tengan que realizarse.

La otra alternativa que tiene una pyme para poder desarrollar sus proyectos estratégicos de crecimiento y expansión es el mercado financiero tradicional son los fondos de inversión o sociedades de capital riesgo, etc., con la incertidumbre que puede existir de una pérdida de control de la compañía por parte de los accionistas mayoritarios y de referencia o la venta de las participaciones a terceros para obtener liquidez y maximizar la inversión por parte de los titulares de las nuevas participaciones.

La decisión del Grupo Arteche de acudir al mercado de BME Growth ha supuesto un acicate para otras pymes que se encuentran en parecidas circunstancias, hasta tal punto que varias compañías vascas se están ya interesando por esta fórmula de financiación y alguna de ellas, incluso,

podría incorporarse en los próximos meses. Se estima que en Euskadi pueden existir del orden de unas 50 pymes de tamaño mediano que pudieran cotizar en el BME Growth, un instrumento que todavía no cuenta con mucho desarrollo entre nuestras empresas, mientras que en Catalunya y Madrid registra un gran dinamismo ,con un gran número de empresas cotizadas. En Euskadi, aparte del Grupo Arteche, existe otra empresa que cotiza en el BME Growth, como es el grupo alavés NBI, dedicado a la fabricación de rodamientos de precisión, aunque de menor

tamaño que el vizcaino.

Un dato interesante que ha provocado la salida del Grupo Arteche al BME Growth es que pequeños inversores se han interesado por adquirir participaciones de la compañía vizcaina, motivados por los bajos intereses en los que se mueve el mercado financiero tradicional, lo que da una idea de la gran liquidez monetaria que existe en el mercado y el ahorro embalsado que existe y que no genera ninguna rentabilidad. Un dato revelador de la necesidad que existe de poner en marcha instrumentos, al margen de los convencionales, para captar ese importante flujo financiero. La gran asignatura pendiente de este país