Al aprender inglés reparé en que las canciones suenan más profundas y sublimes si no las entendemos. Hello, goodbye, de los Beatles, luce la hondura de un estribillo de Sonia y Selena. Baby, I love you, de los Ramones, podría haberla escrito David Bustamante. Es lo que tiene hablar raro, que un cupcake cuesta más que una magdalena. Gaston Dorren dice que, dada la inmensa variedad oriental, para un políglota chino las lenguas europeas son como dialectos unas de otras. Aun así, aquí todavía hay clases idiomáticas y nos toca ocupar la de turista o polizón. Se bajan los british del tren, pero dejan sus imperativos al mando. Eso es liderar a distancia. Los listos lo saben. Ya nos venden envuelto en charol el mensaje de que los chavales se pirran por el coliving, como si compartir piso y hasta alcoba fuera una opción lúdica; que lo original y saludable es el nesting, ese lujazo de quedarse en casa porque falta dinero para divertirse fuera; que para engordar el alma mola apuntarse al freeganism, pillar peras pochas y yogures caducados en la basura, y en ese planning. El domingo contaron en unas páginas salmón que la nueva tendencia laboral es el job hopping, saltar de trabajo en trabajo cada dos años, al parecer capricho aventurero de jóvenes "preparados y muy infieles". O sea, que quien acumula contratos precarios, becas reguleras, prácticas no remuneradas y palmaditas en la espalda no se está rompiendo los cuernos: se los está poniendo al Ibex 35. Así anda libérrima and riding la muchachada, and the sex and the drugs and the complications clarete y speed, clarete y speed. Poco pasa, la verdad.