H acer más deporte, no fumar... típicos propósitos del nuevo año. La voluntad es el primer paso. Proponerse querer hacer algo. Te compras las zapatillas o tiras a la basura el tabaco que te queda, pero luego, con el paso de los días, vienen los problemas. La voluntad no da para más. Es el momento de la determinación. Esa tozuda fuerza interior que tira de ti para que no descabalgues. Si repasas tu vida, verás que gracias a la voluntad arrancaste pero que sin la determinación para mantener la decisión, no lo hubieses logrado. Tú y yo necesitaremos esa determinación para hacer realidad nuestros propósitos pero, el nuevo gobierno de España (salvo que haya sorpresa y este artículo no tenga sentido), aún más. Solo la imperiosa necesidad ha hecho posible la investidura. Bien que me alegro de este acuerdo pero lo difícil viene ahora. La buena voluntad ya no servirá. Es el tiempo de la determinación política. La hora de pasar de las palabras a los hechos para demostrar que más allá de seguir en la Moncloa, ser ministro o tener una mesa de diálogo, toca remangarse y hacer de la política una vía para resolver conflictos e injusticias y no aumentarlos. Enemigos fuera no les van a faltar. La derecha está fuera de sí y sus aspavientos me dan esperanza. ¿Esta vez el PSOE le hincará el diente al conflicto territorial? Si prima más el ojo por ojo que el codo con codo, no les será nada fácil mantener los pactos. Desde sus propias filas vendrán las zancadillas. Convencer a los tuyos es lo más complicado cuando decides abrir un nuevo camino, más cuando nos hemos vuelto un poco hooligans políticos y creemos a pies aquello de que al enemigo ni agua. El nuevo gobierno de coalición y sus apoyos deberán tirar de determinación para que frente a la división, la descalificación y la exigencia, busquen la integración, la colaboración y el acuerdo. Ahí es nada.