RTVE acaba de solicitar a la UER (Unión Europea de Radiodifusión) que abra un debate entre sus miembros sobre la participación de Israel en el Festival de Eurovisión. Y la UER, sin tiempo siquiera para tomarse en serio la petición, le ha respondido que nanai. Decía RTVE en su desnatada misiva que existe “preocupación” en la sociedad civil con “respecto a la situación en Gaza”, por lo que sería “apropiado” que se facilite un espacio para el “debate y la reflexión” de sus miembros sobre la participación de la televisión pública israelí KAN en este certamen.
Y la rápida y corta respuesta (dos parrafillos) de la UER ha sido un te lo comes con patatas, asegurando que todos los miembros, también Israel, son “elegibles” para participar en dicho certamen musical, omitiendo que en su día largaron a Rusia por el ataque a Ucrania.
Así que ahora a RTVE (integrante del Big Five, los cinco que más pasta ponen en Eurovisión) le toca decidir si se da el atracón de patata con la que la UER le pide que se indigeste o demuestra si la misiva iba en serio y, ante la imposibilidad siquiera de un debate, se larga de allí con su dinero para no cantar y bailar con el país responsable de lo que la ONU ha calificado de “genocidio”.
A modo de recordatorio, los cantantes que actúan en Eurovisión no salen al escenario con el logotipo de sus televisiones públicas sino con una enorme bandera de sus países.
Así que si la carta no era mero postureo, a RTVE le toca dar un paso adelante y no tomar parte en este certamen hasta que no se adopte con Israel la misma decisión que se tomó con Rusia: la expulsión.
De hacerlo, facilitará, además, que las televisiones públicas de otros países den ese mismo paso hasta que se quede por allí cantando y bailando Israel con sus amigotes. Y de no hacerlo, y quedarse a comérselo con patatas, la UER no volverá a tomarse en serio a RTVE.