Fueron dos buenos discursos. Pero, independientemente de la oratoria de cada candidato, se pudo observar desde el inicio que uno de ellos no estaba llamado a gobernar y el otro sí. Por ello, aunque no solo por ello, Pello Otxandiano ofreció una alocución de corte más académico y discursivo, frente a un Imanol Pradales centrado sobre todo en lo que va a comenzar a realizar a partir de mañana. Reconozcamos, sin embargo, que ni al primero le faltaron propuestas concretas, ni el segundo renunció a reflexiones de calado al margen del anuncio de medidas programáticas. La otra diferencia de partida, también evidente, fue que el representante de EH Bildu hablaba solo en nombre de su coalición, mientras el ya lehendakari presentaba un acuerdo entre dos partidos que discrepan en no pocos asuntos. Forma parte del guion que las minorías reprochen siempre al gobierno que dibuja un panorama idílico, y que este lamente a su vez el carácter apocalíptico del discurso opositor. Ayer se volvieron a repetir las acusaciones entre las dos fuerzas mayoritarias de la cámara, pero diríase que fue más por costumbre e inercia, porque ni los unos representaron la autocomplacencia ni los otros arrasaron con todo en su crítica. Al contrario, en medio de censuras y puyazos mutuos –que los hubo, faltaría más– quisimos advertir cierto anhelo de exhibir voluntad de acuerdo, cuestión que siempre sucede, pero tal vez no de manera tan ostensible.

Dentro del buen nivel que ofrecieron los cuatro oradores de las dos principales siglas, tengo para mí que el PNV acertó mejor en distribuir los papeles de su dupla, ya que Otxandiano pareció dimitir pronto de su rol de candidato. A la siempre incisiva Nerea Kortajarena se le enfrentó un joven Joseba Díez Antxustegi que conserva cierto aire egibariano, renunciando a los papeles y a las tediosas estadísticas, pero estableciendo diálogos pausados que se agradecen.

El tono de Eneko Andueza fue muy diferente. Se trata de un parlamentario que está creciendo mucho y tiene un buen discurso que sonará muy bien a los suyos. Debería controlar más su soberbia. Definitivamente, hablar de doce escaños como si fueran treinta no es una buena idea. Aparentar ser el rey del mambo cuando hay dos grupos que te sacan una diferencia abismal, tampoco. A pesar de su progresión, el socialismo vasco tiene aún mucho camino que recorrer si quiere volver a ser lo que un día fue. Y las formas son muy importantes. Debe uno reconocer que echó en falta a un Carlos Iturgaiz que al final llegó a parecernos entrañable. En muchos de nosotros había desaparecido ya la capacidad de cabrearnos con él, a pesar de las sandeces que soltaba. No parece que Javier de Andrés tenga muy claro adónde quiere llevar a su partido, en el improbable caso de que él pueda decidirlo aquí. De momento, su discurso antiautonomista de ayer dejó estupefacto a más de uno. Para terminar, quedamos a la espera de si Jon Hernández continúa como representante de Sumar, ayer lo fue, o lo que suceda en Madrid durante los próximos meses lo va a convertir en un parlamentario (solo) de IU. También parece necesario que tenga más presente que aquellos que fustiga en Gasteiz son, por una parte, su socio de gobierno en Madrid y por otra, un partido que los alzó –y los mantiene– en el poder.

Llega ahora la constitución del gobierno. Se habla de renovación, lo cual es positivo, amén de necesario. Pero caben dos consideraciones al respecto. Por una parte, tal y como escribimos hace una semana, es necesario no confundir renovación con rotación, eso es otra cosa. Por otra parte, renovar nunca puede suponer arrasar con todo, fundamentalmente porque ello supondría una enmienda a la totalidad de todo lo realizado hasta el presente. Y tampoco es eso.

En definitiva, tras casi dos semanas de zozobra, en Sabin Etxea pueden estar hoy satisfechos. Da la sensación de que Pradales puede ser un revulsivo que les aporte ilusión en estos momentos de incertidumbre. Su designación como lehendakari coincide con el cambio de estación y ya se sabe aquello de que una golondrina no hace verano. El PNV necesita muchas más golondrinas para confirmar que también el partido cambia de estación.