Natalidad Vs. competitividad
El informe de Competitividad del País Vasco que acaba de hacer público Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, poniendo de relieve la necesidad de llevar a cabo nuevas políticas educativas donde ganen peso las cualificaciones intermedias ligadas a la Formación Profesional (FP) y se reduzcan las cualificaciones superiores de ámbito universitario como respuesta a un cambio de paradigma en el que el empleo manufacturero descenderá por un aumento del de servicios empresariales, puede servir para poner encima de la mesa otro aspecto importante en la atracción de talento en las empresas como es el factor demográfico.
La baja tasa de natalidad que viene registrando Euskadi desde hace ya varios años y que en 2017, según el Eustat, descendió a los 7,8 nacimientos por cada 1.000 habitantes, lo que la sitúa como la segunda más baja de la UE-28, por detrás de Italia con 7,6, empieza a afectar al mercado laboral, donde la oferta tiene dificultades para cubrir la demanda de puestos de trabajo cualificados.
Esta es la consecuencia de una paulatina reducción de alumnos en las aulas por causa del descenso de la natalidad, a lo que hay que añadir los efectos de formar parte de un mundo globalizado, donde los jóvenes, al concluir sus estudios, optan por trasladarse al extranjero en busca de nuevas experiencias y oportunidades de desarrollo profesional.
Por ello, se está planteando una reordenación de la formación en el sistema universitario hacia las carreras técnicas, en las que se incluye nuevas ramas dentro de las ingenierías, y el mundo de las biociencias ante la constatación de que en la actualidad, y en términos generales, los jóvenes no están estudiando lo que necesitan nuestras empresas. Lo que quiere decir que el talento hay que adaptarlo a las necesidades actuales y futuras que está requiriendo la actividad económica de este país.
En este sentido, el informe de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad señala que de aquí al año 2030 el sector de producción manufacturera perderá 27.000 puestos de trabajo, aunque su peso en la economía vasca será del 16%, mientras que el ascenso del empleo vendrá de los servicios empresariales que, además, se convertirá en el primer gran sector de nuestra economía. De cualquier forma, las mayores oportunidades de empleo en este periodo, en torno al 85%, vendrán de reemplazar a casi la mitad del empleo existente en la actualidad en sectores como maquinaría y bienes de equipo, así como material de transporte, donde las perspectivas son más positivas.
La baja tasa de natalidad y el tratamiento a la inmigración siguen siendo las dos asignaturas pendientes que tenemos en este país y a los que desde el sector público y desde la propia sociedad parece que se quieren obviar cuando ya empiezan a afectar a nuestra economía en términos de competitividad.
En este sentido, habría que recordar la tesis del premio Nobel de Economía de 1979, Arthur Lewis, que planteaba que en una situación de altas tasas de empleo y de salarios, la consecuencia es un índice de natalidad a la baja que condiciona de manera importante no solo la economía de un país, sino también su competitividad, un dato importante a tener en cuenta en el corto plazo, porque ya está afectando a algunos países europeos.
En cuanto a la inmigración, el informe del instituto de investigación vinculado a la Universidad de Deusto señala, desde la tesis de la existencia de una sobrecualificación en Euskadi, el establecimiento de políticas de atracción de talento extranjero con unos objetivos y necesidades específicas y la puesta en marcha de procesos de formación específicos que faciliten la adaptación de las cualidades y capacidades de la población inmigrante a las necesidades del tejido productivo y social vasco.
Precisamente, la Fundación Cotec para la Innovación y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), en un informe sobre la capacidad de atraer y retener talento en las 17 comunidades autónomas del Estado, sitúa a Euskadi en la cuarta posición en la generación de talento, por detrás de Madrid, Navarra y Catalunya, mientras que en lo que se refiere a atracción, es decir, captación de capital extranjero, tolerancia con las minorías y la inmigración o la situación de la mujer en el campo de trabajo, ocupa el último puesto.
En cuanto a innovación, se comprueba cierta fortaleza en la tecnológica, sobre todo en las grandes empresas, de las que el 17% comercializan productos nuevos en el mercado. La debilidad está en la innovación no tecnológica, aunque hay una mayor concienciación, y la necesidad de seguir impulsando la investigación básica.
Un aspecto interesante del estudio es la consolidación de la internacionalización de las empresas vascas, con un aumento del 6,8% en las compañías que exportan de manera regular, así como de la cantidad media exportada. Una salida al exterior que fue forzada por la pasada crisis como vía de supervivencia y que proporciona una diversificación de mercados que ha llegado para quedarse.