La equidistancia sube enteros en lacrítica política sobre la cuestióncatalana y la reelegida alcaldesa deBarcelona es hoy el saco de las leches. Pareciera que algo tan complejo como el conflicto catalán consistiera en elegir entre Constitución o independencia y poco más. O estáscon los que quieren romper España, o conlos del 155. Si crees que el sentimiento independentista, o el de seguir perteneciendo aEspaña, no puede imponerse y que esto vade dialogar, prepárate para el chaparrón.Equidistante será de lo menos bonito que tepodrán llamar. Ahora le toca a Ada Colaupor su acuerdo con el PSC. Hasta el sábadopara los contrarios a la independencia erauna colaboracionista del procés. Desde sureelección es para los partidos independentistas la nueva virreina española. Es el precio, dicen, por quedar en el medio, que lospalos le vienen de tirios y troyanos. Quérecuerdos ¿eh? En aquellos años no tan lejanos en los que la violencia contaminabanuestras relaciones ya estuvo muy de moda.Si ibas a Gesto por la Paz parecía imposibleque pudieras estar contra la dispersión o lastorturas. Y si recordabas que ETA no era elúnico agente que violaba los DerechosHumanos eras poco más o menos que unterrorista. Qué curioso que para llegar a laactual situación de mayor convivencia entrevascos se haya hecho saliendo de las dostrincheras en las que tenías que ubicarte yubicando a los Derechos Humanos en elcentro. No diré eso de “ya decía yo” porqueen aquella Euskadi partida en dos, cualquierposición intermedia que no fuera el silencioparecía abocada al fracaso. Sin embargo, seha ido haciendo realidad, ¿por qué no enCataluña? Bienvenidas pues las posicionesintermedias, las que no quieren romper másla sociedad ni hipotecar toda la acción política por un único tema. Si el precio a pagares recibir la equidistancia como insulto,puede que merezca la pena.