Otro jarro de agua fría para el tejido empresarial guipuzcoano. La venta de la empresa de transporte de viajeros por carretera Pesa al grupo Avanza de capital mexicano pone de relieve una vez más la imperiosa necesidad de que en Euskadi se pongan en marcha instrumentos financieros que traten de blindar a nuestras compañías estratégicas y evitar el traslado de sus centros de decisión fuera del país.
No se trata de poner puertas al campo en un momento de gran liquidez monetaria en el mundo en donde los inversores, ante la falta de rentabilidad que está ofreciendo el sistema financiero con unos tipos de interés a cero, buscan la forma de maximizar sus recursos en la adquisición de empresas saneadas y capitalizadas, con buen producto, bien posicionadas en sus mercados y con una fuerte implantación en el exterior. Un perfil donde Euskadi presenta un gran número de oportunidades para aquellos inversores que buscan generar mayores plusvalías, como pueden ser los fondos de capital riesgo, o crecimientos corporativos y presencia de nuevos mercados como puede ser el caso del grupo Avanza con la adquisición de Pesa.
Se trata simplemente de garantizar la permanencia y el anclaje en nuestro entorno de aquellas empresas que se consideran estratégicas, sobre todo las tecnológicas, en el desarrollo de la economía del país. El caso de Euskaltel y las pretensiones de Zegona para hacerse con su control en un proceso que ha sido retransmitido casi en directo, sin que el accionista ocultara nunca sus verdaderas intenciones, pone de relieve una cierta pasividad o inacción que estoy seguro no se produciría en casos semejantes en ningún país de nuestro entorno.
La alianza que cinco empresas de informática y software, de las que cuatro son guipuzcoanas y una alavesa, han montado para blindarse y evitar ser adquiridas por compañías de mayor tamaño o fondos de capital riesgo es una clara expresión de la gran preocupación que existe en este sector tecnológico ante la posibilidad de perder arraigo y desaparecer ante las continuas ofertas de compra que reciben por parte de inversores. Los precedentes de venta de Ibermática, S21sec o, más recientemente, Grupo i68, a fondos de inversión o inversores corporativos han supuesto un serio aviso en un sector donde Gipuzkoa tiene una fuerte presencia en compañías y en generación de talento, gracias a la existencia de la Facultad de Informática de la UPV/EHU.
Sin embargo, este tipo de iniciativas, aun siendo importantes por lo que significa de poner cortapisas en un sector estratégico como es el de las tecnologías de la información, deben ir acompañadas de otras en sectores también muy importantes para nuestra economía como es el financiero, donde no se ve que se está planteando la necesidad de acometer procesos de integración entre las entidades con sede y centros de decisión en Euskadi ante un futuro que viene determinado por la cada vez mayor urgencia de adquirir tamaño para poder responder de manera eficiente a unas circunstancias de mercado cada vez más exigentes.
Esta integración no solo reforzaría la posición de nuestras entidades financieras, sino que supondría también contar con un instrumento que serviría de músculo para consolidar el arraigo de nuestras empresas y poner en marcha otras nuevas en sectores emergentes que regenerarían nuestro tejido productivo. En definitiva, se trata de recuperar el espíritu del importante papel que las antiguas cajas vascas tuvieron en la permanencia de empresas estratégicas de este país o la puesta en marcha de nuevas compañías en sectores hasta entonces inexistentes en Euskadi y que, con el paso del tiempo, se han convertido en todo un referente.
Se trata de rescatar ese músculo financiero que tuvimos en el pasado desde la constatación de las dificultades que parece tener el Gobierno Vasco a la hora de poner en marcha el fondo de inversión público-privado que se inauguró en diciembre de 2017 con la compra del 1,24% de CAF y del que no se han tenido noticias durante casi un año y medio, salvo, recientemente, con la apelación del lehendakari, Iñigo Urkullu, a los fondos de capital riesgo para que sumen al proyecto.
Como quiera que parece complicado poder levantar en Euskadi un fondo de 250 millones de euros en el que participen el sector público y privado, bueno será adelantarse a las circunstancias y aprovechar la coyuntura para poner en marcha procesos de integración en aquellas entidades financieras con centros de decisión en Euskadi en consonancia con las recomendaciones que tanto el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de España han realizado ante la actual situación macroeconómica y los bajos tipos de interés.
Es más, en Euskadi tenemos la ventaja de poder realizar integraciones transfronterizas siguiendo los consejos del supervisor europeo, aunque ese planteamiento choca de frente con la ausencia de un fondo de garantía de depósitos europeo. Sin embargo, la intensificación en el proceso de consolidación de la Eurozona como unidad político-administrativa, a lo que hay que sumar la articulación de una política fiscal única y un aumento en los presupuestos públicos europeos invitan a explorar ese escenario.
Lo que está claro es que con un panorama en el que los bajos tipos de interés se van a mantener en el corto plazo y donde el crecimiento ya no va a venir a través de los márgenes de clientes, a lo que hay que añadir que muchas entidades están operando con rentabilidades por debajo de su coste de capital, la única salida que están teniendo las entidades financieras es la de ahorrar costes por la dificultad que tienen de generar ingresos.
Los 3.313 despidos, es decir, el 11% de la plantilla, y el cierre de 1.150 oficinas que quiere llevar a cabo el Banco Santander, los 2.175 empleados a los que CaixaBank ha incluido en un ERE para abandonar el banco a lo que hay que sumar la desaparición de 800 sucursales, más las previsiones de BBVA de que le sobran dos tercios de los 3.800 oficinas que tiene en el Estado, dibujan un panorama que indefectiblemente va a pasar por la puesta en marcha de procesos de integración, en un primer momento circunscritos al Estado y, posteriormente, desde un planteamiento transfronterizo.
Los fracasados intentos de integración que se han producido recientemente entre Deutsche Bank y Commerzbank, en Alemania y de Unicaja y Liberbank, en el Estado, se presentan como la antesala frustrada de un proceso que no tiene vuelta atrás en un contexto de bajos tipos de interés y la inexistencia de una excesiva demanda de crédito.
A esta situación hay que añadir el otro reto importante que tiene la banca como es el de la transformación digital que está haciendo que el negocio de hoy no tiene nada que ver con el de hace 20 años y menos con el que se desarrollará dentro de dos décadas. En ese contexto con clientes que operan por Internet las sucursales se convierten en una fuente de gastos, en vez de un lugar donde generar recursos.
A todo ello hay que sumar la amenaza de las empresas tecnológicas como Appel, Facebook, Google y Amazon, que pueden convertirse en los futuros competidores de la gran banca porque disponen del conocimiento y de los instrumentos necesarios donde va a discurrir el futuro negocio, con lo que aquellas entidades que no sepan adaptarse desaparecerán. Es decir, se va a producir un cambio radical de modelo en donde la gestión de conocimiento del cliente es fundamental, hasta el punto de que se va a ofrecer el producto y el servicio más adecuado en cualquier momento y en cualquier lugar.
Y en este contexto, en Euskadi es necesario afrontar un proceso de integración de aquellas entidades que tienen su centro de decisión en el país y recuperar viejos esquemas planteados en el pasado con final traumático para permitir la entrada de nuevos socios no solo para crear un nuevo banco fuerte y sólido en Euskadi, comprometido con su desarrollo y progreso y recuperando su papel en la economía productiva del país, sino también como polo de referencia interregional en el marco europeo y con una gran proyección internacional por la dimensión y alcance de los agentes concernidos.
En Euskadi tenemos entidades financieras que se sitúan en el ranking de las más solventes y saneadas del Estado, a lo que hay que añadir una alta presencia en los mercados europeos e internacionales, con lo que no parece nada descabellado comenzar a plantearse procesos de fusión endógenos que sirvan para evitar adquisiciones de terceros, con el fin de crear un banco sólido y fuerte que responda de manera eficiente a ese nuevo modelo de negocio que se anuncia y se comprometa con el desarrollo y progreso de la economía de este país.
Intuir el futuro y adelantarse a los acontecimientos es una cualidad que caracteriza a los líderes mucho más en situaciones tan cambiantes como las que vivimos, donde la anticipación y la búsqueda de nuevas oportunidades debe ser parte prioritaria de la agenda diaria. Este es uno de los retos que tiene este país para garantizar su futuro.