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Listillos de ciudad

Puede que te haya llegado ya el vídeoal móvil. Si pones pastor asturianoindignado lo verás en Internet. Merece la pena. Serán seis minutos bien invertidos. Como tampoco creo os voy a desvelarquién gana la batalla final de Juego de Tronos(yo me esperaba algo más, tú, ¿no?), os locuento. Un joven pastor asturiano se va grabando a sí mismo mientras va por el campopara denunciar un hecho que lo ha sacado desus casillas. En concreto, se hace eco de lanoticia de que un juez ha dado la razón alpropietario de un hotel rural que habíadenunciado a una casa de al lado por el ruidoque las gallinas hacían “en horas intempestivas”. El vídeo te engancha porque nos cuenta,sobre todo a los urbanitas, las verdades delbarquero. No sé cómo un juez aceptó ladenuncia pero eso lo dejo para otro artículo.Y es que, ¿cómo puede ser que si uno va a unhotel rural le molesten las expresiones de lanaturaleza? Como bien le dice el pastor aldueño del hotel en cuestión, en vez de ponerdenuncias, invierte en aislamiento de tus ventanas. Un crack de la comunicación el tío.Kepa, un gran pensador de mi cuadrilla, alcalor del vídeo me compartía: “Luego decimos que los musulmanes deberían adaptarse a nuestra cultura y nos molesta que loscaminos de acceso a un hostal rural tengan barro en la temporada de la patata”. Otrocrack. Y es que así estamos. Muchos se vande la ciudad al campo en busca de “lo rural”pero tienen los bemoles de querer que eseidílico campo se amolde al confort al quenos hemos acostumbrando y al que no estándispuestos a renunciar. Vamos, que el hotelito tenga wifi, spa, buen tiempo, hamburguesas para los niños y, por supuesto, nada degallos mañaneros, ni menos vacas en loscaminos, ni olor a abono, cómo no. ¿Algomás desea el señorito? Como reza el refrán,“sopas y sorber, no puede ser”. Anda quevaya listillos de ciudad que a veces estamoshechos.