A nada que rascas unpoco, aparece la mierda. Es lo que uno sientedespués de saber del espionajeal que le han sometido a PabloIglesias y que lejos de desencadenar una reacción enérgica dequienes deberían investigarloparece como que se relajaranlas formas y se admitiera quecontra algunos todo vale. Lodijo el otro día El Gran Wyoming, que con el tiempo se haconvertido en uno de los pocosreferentes televisivos a la horade poner un poco de corduraante tanta demostración de quecualquier cosa vale. “No sé siestamos dimensionando bienel escándalo al que asistimos.”¿Te lo preguntas o nos lo estásgritando? La gente parece quemira para otro lado. Y en elotro lado en la tele para estascosas suelen estar los deMediaset (Telecinco , Cuatro...)que ya han adelantado que tratarán a Vox en igualdad de condiciones que los grandes partidos, independientemente deque todavía no lo sea. Hay unapredisposición a encumbrarestas siglas que ya veremos adónde nos conduce. Demomento y como no podía serde otra manera, Bertín Osborne ya ha dado un pasito adelante. Va a tener la misión de ser elúnico en entrevistar a SantiagoAbascal. Dicen que no va a conceder otra entrevista, no vaya aser que le busquen las cosquillas. Saben que saliendo en latele pueden ganar pero también meter la pata. Buenafuente se preguntaba qué coño hayque hacer en estos casos: sihablar de ellos o ignorarlos.“Si hablamos de ellos, ¿lesestamos dando bola? ¿Y sino hablamos y ganan,¿qué cara se nos va a quedar?”. El monólogo deAndreu se lo dirigía a unacalavera como en la obra deteatro Hamlet de Shakespeare.Cruzar la líneas entre el ser ono ser es una tarea difícil y nocruzarlas también. De cualquier forma uno ya tiene lasensación de que cuando quieran se meterán en nuestro teléfono si es que no están ya. Y deque la tele ya es suya: cuentancon voluntarios de esos que llaman de las cloacas en horariosde máxima audiencia. ¿Hola...?¿Hola...? ¿Hay alguien ahí?