Definitivamente somos gentes decelebrar muchos aniversarios. Yamén de platas, oros, diamantes ydemás, el 40 nos tira mucho. Por experiencia familiar deduzco que es una especie depor si acaso, no hacen falta mayores explicaciones.

Repasando hemerotecas de 1979 se percatauno de que el Estatuto de Gernika es de lamisma quinta de Euskadi Sioux, efímerarevista que durante tres meses publicó sietemagníficos artefactos llenos de audacia, sorna y mordacidad que arrancaron carcajadas, sonrisas y cabreos a partes iguales? otal vez no tan iguales.

A uno le pillaron las fechas demasiado jovenpara aclararlo, pero ha tenido la fortuna deamistarse con algunos protagonistas detodo aquello y escuchar de sus bocas interioridades de la corrosiva experiencia, descubrir identidades ocultas y ver cómo evocan sus fiestas posdadaístas, como la delbautizo de la revista en el viejo Bodegón Alejandro, digna del Cabaret Voltaire, por cierto, de vida casi tan efímera como EuskadiSioux.

Nuestro cáustico protagonista de papel yafue motivo de exposición y reseñas hace cerca de dos décadas y se puede además admirar íntegramente en la red, pero sería deagradecer que aprovechando los 40, aquellairreverente cuadrilla se juntara y nos juntaran; que desempolvaran y exhibieran losejemplares y creaciones originales guardados quién sabe dónde; que nos ilustraransobre cómo sucedió todo aquello y querecordaran a los que faltan, que alguno hay.También que reflexionaran si semejanteejercicio de transgresión sería posible aquí yahora.

Cuentan los expertos en aniversarios que al40 le corresponde un rubí. Para tanto nollega, pero ni falta que hace, algún txikitocaerá. Quedamos a la espera de que nosconvoquen a contarnos cómo hacían elindio en aquella Euskadi en la que tantascosas graves sucedían. Aunque mucho nostememos que esa expresión, la de hacer elindio, es ahora mucho más sospechosa deincorrección que entonces. Qué tristessomos...