Sucede a veces que se producen delante de nuestras narices fenómenospolíticos y sociales a los que otorgamos nula o escasa importancia, pero quetratamos de analizar sesudamente a toropasado, cuando adquieren una dimensiónque nunca habíamos previsto.

No resulta sencillo adivinar si nos encontramos ante una circunstancia como la descrita, pero tengo para mí que la ruptura que seestá produciendo en ciertos sectores jóveneshasta ahora cohesionados en torno a laizquierda abertzale oficial tiene una importancia sustancialmente mayor a la que se leestá dando entre nosotros.

Efectivamente, la traumática ruptura de lalarga alianza estratégica entre IkasleAbertzaleak y Ernai; la dimensión de losconflictos producidos en algunos centroseducativos; la disparidad de visiones entorno a algunos locales ocupados; la creación de colectivos locales o la reciente presentación nacional de Gazte KoordinadoraSozialista son elementos que indican laexistencias de una mar de fondo que,cuando menos, ha roto la sensación dehomogeneidad que existía históricamenteen ese sector de la juventud siempre bienorganizado.

Criticados por el oficialismo por apartarsede la lucha abertzale y por su utopismo, locierto es que la presencia social y la capacidad de influencia de todos estos colectivosse está incrementando considerablemente.Es por ello por lo que extraña ?y preocupa?que aquí y ahora estemos aún dando mayorrelevancia al embarazo de una diputadaandaluza o al máster de una expresidentamadrileña, por poner solo dos ejemplos delo que parece preocuparnos por encima demovimientos de calado que, tal vez, puedenresultar de vital importancia en nuestrofuturo más inmediato.

Es una mezcla de banalización y españolización de nuestra política que nos entretienecon lo de allá y a su vez nos impide observaraquí lo que está sucediendo con un colectivoconsiderable de nuestra juventud y las consecuencias que se pudieran derivar si, porejemplo, este decide dar el paso a convertirse en opción electoral. Por ejemplo.