creo que ya hemos comentado alguna vez lo que se aprende oyendo casualmente conversaciones ajenas, esto es, apropiándose de comunicaciones de las que el que oye no es el destinatario. Uno de los lugares más propicios para interceptar mensajes es la barra del bar.
Hiruntchiverry es consciente de ello y, cuando tiene que hacer una consulta sobre un tema delicado o necesita hacer una confidencia, arrastra, por no decir secuestra, a su interlocutor fuera de todo alcance de oído humano y, a veces, le hace dejar su teléfono móvil a distancia, pero eso no lo hace cuando el tema es el rugby que se juega en la cancha, eso lo suele hacer cuando se trata del rugby que se juega en despachos y pasillos, el que de verdad causa víctimas irreversibles.
Después de una sesión de confesiones y confidencias, Galtzagorri e Hiruntchiverry disfrutaban del sol de invierno mientras contemplaban el entrenamiento del Biarritz uno de estos días pasados.
-El rugby en España sigue siendo el patio trasero de la maison del rugby francés - comenta Hiruntchiverry pasando a Galtzagorri el paquete de macarons artesanales que ha traído en un bolsillo-, pero la responsabilidad es más de la ceguera de los dirigentes del rugby francés que de los dirigentes del rugby hispano. Cuando uno ve a estos jugadores, no solo de ancestros españoles, sino que han nacido y se han formado al otro lado y que ahora dan el nivel en todas las categorías del rugby de este lado, no se entiende que la cooperación transfronteriza no sea un objetivo diario, una tarea permanente de todos los estamentos del rugby francés, sin embargo, parece que el único interés está en ir a pescar jugadores baratos y en aprovecharse de su ilusión para quemarlos sin piedad. Bueno, incluso no hace falta ir a pescarlos, algunos vienen solos. Pero en este país, Francia, lo de quemar las ilusiones de los jóvenes debe ser inevitable.
-La hierba siempre está más verde en el campo del vecino - dice Galtzagorri devolviendo el paquete vacío de macarons-.