La atracción de talento en las empresas para poder afrontar y asegurar su actividad ahora y en el futuro se ha convertido en un grave problema ante la escasez de profesionales de alta cualificación técnica que existe, bien porque como consecuencia de la depresión económica y la falta de oportunidades en aquellos años están en el extranjero, o porque el número de los que salen de los centros universitarios o las escuelas de formación profesionales es mucho menor de lo que demandan las compañías, originando un déficit que empieza a pasar factura.

De hecho, se están produciendo casos de empresas que están perdiendo importantes pedidos internacionales por no poder atenderlos ante la dificultad de encontrar a profesionales cualificados que pudieran responder satisfactoriamente a las demandas de sus clientes. En los actuales momentos, es un auténtico drama que una empresa tenga que rechazar pedidos de clientes por no disponer de personal con el perfil profesional adecuado para poder llevarlos a efecto.

Este déficit de talento que cada vez más se está agravando requiere de medidas urgentes y de un cambio radical de paradigma y de la necesidad de abrir nuestras empresas a una inmigración cualificada que va a romper muchos esquemas sociales y culturales que hoy están enraizados en las plantillas de nuestras fábricas. Una cuestión que, de momento, se presenta compleja, pero que va a llegar de manera inexorable si queremos mantener nuestra una actividad industrial competitiva.

En un contexto en el que nuestras empresas no pierdan su poder de atracción de talento y sigan ofreciendo oportunidades laborales, vamos a ver cómo profesionales formados en universidades de México, Brasil, Argentina, Colombia o Chile, ante la ausencia de salidas profesionales en sus países de origen dan el salto a Europa, van a entrar a formar parte de las plantillas de nuestras fábricas y a ocupar puestos directivos, con lo que algunos de los requisitos laborales que hoy se presentan como inexcusables para poder acceder a un puesto de trabajo van a desaparecer por razones obvias. Una situación similar ya se está produciendo en el mundo de la sanidad.

De momento, al margen de que esa situación se pueda ir materializando en el corto plazo, las empresas guipuzcoanas disponen en este momento de un factor diferencial de competitividad de gran importancia respecto a sus homólogas de los otros tres territorios vascos y del Estado como es el que sus trabajadores disponen de un complemento de pensiones cuando se jubilen a través de una EPSV de empleo como es Geroa, un caso único en el Estado y con gran reconocimiento en Europa.

Los trabajadores guipuzcoanos tienen gracias a Geroa un hecho diferencial en su poder adquisitivo respecto a los que trabajan en Bizkaia y Araba cuando alcancen la edad de jubilación, en un momento en que el sistema público de pensiones presenta problemas de sostenibilidad importantes para mantener en el futuro el mismo nivel de pago de pensiones que hoy tienen los pensionistas.

El hecho de que cada vez más el pago de las pensiones sale de los Presupuestos Generales del Estado, en vez de las propias reservas de la Seguridad Social, a lo que hay que añadir la mayor esperanza de vida que cada año que incorpora a mayor número de pensionistas, más la reducción de la población activa y la existencia de unos índices de paro juvenil importantes y unos empleos precarios, ponen de relieve un escenario negativo sobre la sostenibilidad del sistema.

pensión complementaria En este sentido, se hace necesario que este panorama se ponga en evidencia ante las generaciones jóvenes en el sentido de que las pensiones que reciban cuando se jubilen ya no van a ser las mismas de las que perciben sus padres sino más reducidas, con lo que contar con una pensión complementaria se va a convertir en una necesidad de primer orden a la hora de mantener el poder adquisitivo cuando se abandone la actividad laboral.

Y en este punto y gracias a Geroa Pentsioak, las empresas guipuzcoanas ofrecen un plus que no tienen las de Bizkaia y Araba y las del Estado, y que las hacen más atractivas a la hora de captar y contratar a esos profesionales cualificados que les hacen falta para poder seguir desarrollando su actividad.

El propio presidente de Adegi, Eduardo Junkera, puso de relieve este factor de competitividad que tienen las empresas guipuzcoanas respecto a las de su entorno, al señalar, en una reciente entrevista publicada en este periódico, que, desde su experiencia como empresario y presidente de las compañías que componen Egile Corporation, el hecho de que formen parte de Geroa Pentsioak las ha hecho más atractivas a la hora de contratar a nuevos trabajadores.

“Nosotros contratamos a personas de otros territorios y empezamos a utilizar como elemento adicional a los que podemos ofrecer la existencia de Geroa. Recuerdo que gracias a la gestión de sus responsables y de la aportación que realiza la empresa, cada euro que un trabajador destina a Geroa se convierte en 3,6 euros. Cuando explicas esto a un futuro trabajador, se convierte en un ingrediente que hace atractiva a tu empresa”, afirmaba Eduardo Junkera.

Este factor diferencial que las empresas guipuzcoanas tienen con Geroa Pentsioak respecto al resto de las compañías vascas y estatales surge de la gran visión de futuro que hace ya 23 años demostraron la patronal Adegi y los sindicatos ELA, LAB, CCOO y UGT, que establecieron dentro de la negociación colectiva una EPSV de empleo, a la que contribuyen al 50% cada uno, tanto las empresas como los trabajadores. Un total de 108.000 trabajadores de 21 sectores de actividad diferentes están adscritos por convenio a Geroa Pentsioak.

Por eso sorprende que los empresarios vizcainos, a través de la patronal Cebek, hayan condicionado la implantación de una EPSV de empleo a la existencia de importantes deducciones fiscales para que el gasto laboral que supone su constitución sea neutral, es decir, que no tenga ningún coste para las empresas. Algunas de las empresas vizcainas que, según una encuesta de esta patronal, suponen el 38%, no solo no rechazan la implantación de la EPSV de empleo por generar un mayor coste inasumible en el momento actual, sino que van más allá, al no creer que sea una herramienta de “fidelización o de generación de riqueza”, ni que vaya a facilitar la jubilación de los trabajadores.

A este rechazo ha contribuido de alguna manera la actuación de algunos políticos que por su afán de protagonismo manifestaron públicamente la necesidad de implantar un modelo de Geroa entre los trabajadores vizcainos, cuando los propios empresarios y sindicatos concernidos ni siquiera lo habían planteado internamente dentro de la negociación colectiva como corresponde y el Gobierno Vasco estaba trabajando de manera discreta en esa dirección.

La intervención del diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, en la recepción oficial que con motivo de la festividad de San Ignacio tuvo lugar a finales del pasado mes de julio, instando a los empresarios y trabajadores a realizar un “esfuerzo” para poner en marcha una EPSV de empleo en el territorio, sin haber hecho antes movimientos previos de cocina, ha podido suponer todo un jarro de agua a una iniciativa que, de haberse planteado de otra forma, hubiera podido salir.

Tampoco parece de recibo la posición de los empresarios vizcainos de rechazar la implantación de una EPSV de empleo porque, si no existen pensiones dignas en el futuro, habrá que responder a esa carencia a través de los servicios sociales y subsidios públicos que se financian con unos impuestos que salen igualmente de las empresas y de los trabajadores. Mientras las ayudas sociales son gasto, los fondos de la EPSV se capitalizan y generan unos rendimientos que se reparten entre los trabajadores adscritos a esa entidad. A través de las EPSV de empleo se facilita el ahorro a aquellas personas que menos capacidad tienen y se extiende la previsión social a segmentos de población con rentas medias y bajas que dependen en gran medida de las pensiones públicas, con todo lo que ello supone de poder alcanzar un alto nivel de cohesión social. Cuestión de modelo de sociedad. l