Cuentan que en la Edad Media habíamuchos jabalíes por Europa. Losnobles los cazaban con caballo ylanza, y así fue como apareció el embutidode cabeza de jabalí. Llámame exquisito,pero a mí no me gusta. El propio nombre yame tira para atrás. Y es que hay nombresque tienen tirón y otros que no. “Delicias depato” o “secreto ibérico”, esos sí que invitana comer. Propiamente, el nombre no estátan alejado de la realidad porque está hechocon lengua, morro, oreja y mejilla, hoy, node jabalí, sino de su primo, el cerdo. En conclusión, ni el nombre ni sus ingredientesson a primera vista sus virtudes y, sinembargo, nació para no desaprovechar unaoportunidad. Forma: suspenso. Fondo:sobresaliente. Así es como yo veo el temadel dichoso “relator” que Sánchez ha propuesto para Cataluña. Por un lado, al igualque con el embutido, al que pensó el nombre no lo quiero en mi equipo de marketing.La palabra, relator, no es un término conocido para la sociedad, ni tiene un significado claro. Ya vamos mal. Y recuerda amediador, luego a conflicto. Palabra que enel caso de Cataluña aunque sea como decirde qué color es el caballo blanco de Santiago, en España, es tabú. Por otro lado, susingredientes también han sido una mezclano fácilmente digerible: necesidad de aprobar los presupuestos, dilema entre valores yvotos, improvisación, buena voluntad, ingenuidad? Y sin embargo, al final, como conla cabeza de jabalí, nos habla de una oportunidad, la de asumir que no hay otra víapara este conflicto ?tanto dentro de Cataluña, como entre esta y el Estado? que la deldiálogo, y este a veces necesita de tercerosque lo faciliten. Con el nombre y la formano han sido vivos, pero sí comparto el fondo. Por grandes que sean las banderas y milveces que se cite la Constitución, esto o seresuelve hablando o tenemos jabalíes pararato.
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