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Independientes

Según se acercan las elecciones municipales, vamos teniendo noticias de las candidaturas que se presentarán en nuestros pueblos. La época es idónea para los que tenemos el vicio de la política, aunque tal vez no tanto para aquellos que frecuentemente reciben nuestras llamadas con preguntas acerca de la candidatura que se acaba de conocer en su localidad, el número de listas que van a concurrir o las previsiones que hacen sobre el resultado, en un ejercicio, reconozcámoslo, que tiene a veces más de cotilleo que de análisis político.

Florecen en este contexto los candidatos llamados independientes. Partidos y coaliciones presentan con orgullo a modo de fichaje a personas que sin tener filiación partidaria alguna se han comprometido con ellos -y con el pueblo- para los próximos años. A nadie se lo oculta que para parte de la ciudadanía una candidatura es mejor cuantos más independientes lleve en su seno. Es una ecuación que uno no alcanza a entender, pero que aún funciona, vaya si funciona.

Sin embargo, de la observación ya de tantos ciclos electorales se puede concluir con rotundidad que son escasísimas las ocasiones en las que los citados independientes se desmarcan de sus compañeros de grupo. Y que son muchos más los casos de personas que entran en el Ayuntamiento como independientes y terminan la legislatura con el carnet del partido en la cartera.

Dicho lo cual, sería deseable que se nos aclarara en qué consistirá la independencia de estos candidatos y cuáles son los ámbitos -si los hubiera- en los que pueden actuar con libertad de voto. Por ejemplo, si un pacto general entre partidos o coaliciones para obtener la alcaldía obliga a los concejales de sus listas presentados -y pregonados- como independientes. Se acuerda uno de conflictos pasados que tal vez se pudieron evitar con tal aclaración previa. Tal vez.